Carreño se agiganta y jugará su segunda semifinal del US Open
En uno de los mejores duelos del torneo, Pablo Carreño le ganó a Shapovalov y el viernes se enfrentará a Zverev por un puesto en la final. Gran partido del gijonés con el revés.
Los azares de la vida, por una descalificación de Novak Djokovic que en cierta medida provocó él con sus aciertos, y sus propios méritos le dieron a Pablo Carreño otra oportunidad de brillar en un Grand Slam y el gijonés no la desperdició. Pasadas las 01:00 de la madrugada del miércoles en Nueva York, sobre las 7:07 de la mañana en España, y en uno de los mejores partidos de lo que va de torneo, Carreño ganó a un Denis Shapovalov ultraofensivo y jugará por segunda vez las semifinales del US Open. Su ya famosa solidez desde el fondo de la pista, una determinación increíble que se gana con la experiencia (29 años) y su memorable actuación, sobre todo con el revés, le dieron a Pablo una victoria de las que tardará mucho en olvidar por tratarse de un major y porque la consiguió en una batalla de más de cuatro horas que se decidió en cinco sets con dos desempates en los que estuvo excelso: 3-6, 7-6 (5), 7-6 (4), 0-6 y 6-3.
Ni el comienzo arrollador del canadiense, ni el rosco que encajó en la cuarta manga, cuando se dejó llevar inteligentemente tras encajar dos quiebres, ni los dolores en la zona baja de la espalda por las que tuvo que pedir la asistencia del fisio antes del definitivo quinto parcial impidieron que Carreño obtuviera el premio de enfrentarse el viernes a Alexander Zverev por un puesto en la final.
"Estoy destrozado, pero muy feliz después de esta lucha. Es increíble estar de nuevo en las semifinales. Trabajé muy duro con mi entrenador (Samuel López) durante la cuarentena y los resultados suelen llegar cuando lo haces", le dijo aún en la pista al exjugador James Blake el asturiano, que entró con valentía en la pelea de ataque con Shapovalov, un auténtico maestro de la volea a sus 21 años que subió a la red 70 veces y allí ganó 52 puntos. En total colocó 76 golpes ganadores, pero cometió 77 errores no forzados y el balance de Pablo en estos dos aspectos fue sobresaliente para una encuentro de ese corte alegre y de cinco sets: 33 y 42.
Inolvidable
La esencia de lo mejor de Carreño se vio en dos momentos cruciales: el tie-break del segundo set, en el que se movió de maravilla y se impuso con dos winners, uno de saque directo y otro con el drive; y el último juego, que sentenció con otro derechazo antes del postrero fallo de su rival. Para enmarcar también la colección de pasantes, varios de revés, que le endosó a Shapovalov, sus buenas elecciones a la hora de servir con estupendos porcentajes y unos paralelos maravillosos con los que contrarrestó una pequeña parte decisiva de las múltiples subidas de Denis, jugador 'echao palante', que actúa a saco, sin golpes de transición, con un revés a una mano que da gusto ver aunque podría ser más efectivo y un drive de locura cuando lo arma bien.
Todo esto da aún más mérito a lo conseguido por Carreño, que ha ganado al talentoso muchacho, con esta, cuatro veces en cinco enfrentamientos. Ahora le espera otra montaña rusa, Zverev, rutilante estrella que está en su año bueno, aunque es capaz de lo mejor y de lo peor. Hizo un mal partido contra Coric, pero pasó como los grandes. Aún así, el Guaje del tenis mundial, que vuelve al top-20 y en 2017 se quedó a un paso de completar una final española en Nueva York contra el ahora ausente Nadal, tiene licencia para soñar en este extraño 2020. Y, pase lo que pase, ya ha dejado bien alto el pabellón que suele sostener el balear.