Fútbol, dinero y amor
El Barcelona, durante estos días, se ha sentido el novio traicionado. Por primera vez, al rico del pueblo le dejaba la más guapa y brillante. Sin embargo, la libertad tiene un precio y nadie quiere pasar del chalet adosado con garaje y jardín a vivir en un piso compartido en la periferia. La suerte de una fea, una guapa la desea. De momento, Messi vivirá, como tantos matrimonios, en una cárcel de oro, pero sin el éxtasis del deseo. Bartomeu pasea ufano por Barcelona con Messi del brazo y piensa: “antes infeliz conmigo que feliz con otro”.
Sin embargo, en los 80, era el FC Barcelona quien se llevaba a todo el mundo de calle.
Recordemos que Quini, delantero de delanteros, ya había querido casarse con el Barcelona en 1976. Pero no existía la Ley del Divorcio y el “derecho de retención” daba un poder absoluto a los clubes; cuando Quini, por fin, consiguió salir de Gijón, tenía ya 31 años. En su primer año de blaugrana, ganó la Copa del Rey precisamente al Sporting de Gijón. Y dos goles fueron suyos. Tragedia shakesperiana.
¿Qué podemos decir de la triple fuga de Txiki Beguiristain, Bakero y López Rekarte desde la Real Sociedad al FC Barcelona en 1988? Lo que sucedió hubiera sido un escándalo en la actualidad. Recordemos que, en la final de la Copa del Rey de 1988, se enfrentaron el Barcelona y la Real Sociedad, y los tres jugadores ya tenían apalabrado su fichaje por el Barcelona -se hizo público un mes después de la final-. El Barcelona tenía que ganar esa final para no quedarse, por primera vez en su historia, sin competición europea.
La Real Sociedad tardó mucho tiempo en recuperarse de ese triple divorcio y, por primera vez, abrió su corazón a novios que no eran vascos. Se prometió con un bosnio, Meho Kodro, pero a los pocos años también se fue con el Barcelona. Allí tuvo el chalet adosado, pero no encontró el amor.
El dinero del Barcelona, un gran motivo para enamorar a los Messis de otros equipos, es ahora el impedimento para que el verdadero Messi pueda divorciarse.