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La jornada más temida del Tour

La jornada más temida del Tour 2020 no surcaba grandes puertos de montaña ni soportaba el viento lateral. La jornada más temida era, irónicamente, el primer lunes de descanso. El pelotón había partido nueve días antes de Niza, una ciudad en alerta roja por el coronavirus, había transitado Francia en pleno rebrote, con el aliento del público muy cerca en algunas subidas, y había dormido en hoteles abiertos al resto de clientes. La amenaza acechaba invisible. Dos positivos en el mismo equipo, ya fueran de corredores, de auxiliares o de técnicos, suponían la salida de la carrera. En vísperas del inicio se negoció que sólo hubiera expulsión cuando coincidieran dos ciclistas en el mismo seno, pero el Gobierno francés no aceptó la propuesta. En litigio no estaba un reglamento deportivo, sino un problema de salud pública. Cuatro equipos, el Ineos, el Mitchelton, el Cofidis y el Ag2r, rozaron el drama con un positivo, ninguno de corredores, pero todos ellos pudieron continuar en la caravana. Fue un alivio, porque la preocupación desde el primer día era si esta edición iba a llegar a París.

Todavía faltan casi dos semanas, y otro lunes angustioso de test PCR, pero el paso indemne por esta primera criba invita a pensar que la carrera no peligra. Quizá algún equipo, pero no la carrera. La paradoja de la jornada fue el positivo de Christian Prudhomme, el director del Tour, que ha pasado a cumplir cuarentena. Sus funciones le obligan a numerosas relaciones sociales con políticos y patrocinadores. Y eso ha incluido al primer ministro de Francia, Jean Castex, que siguió la etapa de los Pirineos del pasado sábado. Por fortuna para el evento deportivo, Prudhomme integraba otra burbuja diferente, sin contacto con los ciclistas. Un acierto, ahora que comprobamos el resultado. El pelotón está limpio. Y el Tour llegará a los Campos Elíseos, aunque sea sin Prudhomme… o sin Castex.