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La Liga ya está de vuelta y salvo sorpresa el Real Madrid se presentará con la única novedad de Odegaard y el rosa en las camisetas. La directiva pensará que ante la descomposición del Barça solo procede comprar palomitas, pero es sorprendente la calma y la autocomplacencia instalada en Valdebebas desde que levantaran la Liga. Ni siquiera el varapalo de Manchester parece abrir dudas en una plantilla que lleva varios años dando señales de caída. Zidane se situó a la cabeza del optimismo: "Ha sido una temporada increíble". Tiene motivos para la satisfacción. Había hecho campeón a los mismos 11 que estaban en descalabro total unos meses antes. Pero las debilidades son evidentes y un vistazo a la fase final de la Copa de Europa demuestra que el ritmo del Madrid es muy inferior al del Bayern, PSG o City. El título de Liga no oculta el 3-0 en París, el 2-2 con el Brujas, infumables empates en casa con el Betis, Athletic, Celta, la derrota en Copa con la Real, victoria en Barcelona y derrota a los pocos días con el Betis… De temporada deslumbrante nada de nada. Un sprint final de una eficacia aplastante.

Vinicius durante un entrenamiento del Real Madrid.
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Vinicius durante un entrenamiento del Real Madrid.REAL MADRIDDIARIO AS

Pero: ¿está dispuesto el Real Madrid a no competir en Europa? El gran fichaje sería la venta de Bale. Y eso es mala cosa. Es lógico que la acertada inversión en el estadio y la inevitable reducción de ingresos por la pandemia, junto con el atraco que sufre el club cada vez que pregunta por un jugador, desaconseja grandes inversiones, pero alguien debería decir la verdad. Y esa es que esta temporada toca sufrimiento salvo sorprendente rebote hacia arriba de Hazard, Vinicius o Asensio. El belga era el salto hacia adelante de un equipo que bajó un escalón, o más bien varias plantas, con la marcha de Cristiano. Pero solo Sergio Ramos y Benzema dieron ese impulso. Ambos son cada vez mejores y más imprescindibles. Y ambos carecen de suplentes de garantías.

El Barça de los "malabares" que denuncia Messi empezó el confinamiento líder. Así que como diría Laporta: ¡Al loro!