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Cien años de la Plata de Amberes...

Estos días se cumplen cien años de la participación de España en los JJ OO de Amberes, de los que el fútbol volvió consagrado como gran amor nacional, con la medalla de plata. Un milagro. Nunca antes habíamos tenido selección y esta se formó con la Federación dimitida un mes antes por pleitos sobre el profesionalismo e inquinas entre territoriales. Todo quedó en manos de un hombre, el pontevedrés Luis Argüello, tesorero y presidente en funciones. Los vascos querían copar el equipo, porque tenían los mejores jugadores. Y lo mismo el Barça, como campeón de España que era. Ortega ultimaba su 'España Invertebrada'.

De aquel pandemónium salió una expedición de 22, de mayoría vasca no excluyente, que se quedaron en 19 por distintas razones. Así afrontó España los primeros partidos de su historia, de los que ganó cuatro y sólo perdió uno, ante la anfitriona y campeona. Volvió con la medalla de plata, con Zamora convertido en celebridad internacional y con el marchamo de equipo de la furia, simbolizado por el 'goal hercúleo' de Belauste tras su célebre grito: "A mí, Sabino, que los arrollo". Aquel éxito irrumpió en el pesimismo del 98 y elevó al fútbol al carácter de alternativa a los toros como pasión nacional, para escándalo de castizos.

De golpe, encontró espacio en los periódicos, los campos superaron la capacidad de las plazas de toros y el profesionalismo rompió las barreras. Todo fruto de una semana inolvidable cuya peripecia se puede seguir en un estupendo libro, 'Jóvenes Promesas', de Juanjo Díaz Polo, que se documentó rigurosamente. Novelada sobre el fondo de una trama imaginaria de atracción mutua entre la hija de un enviado especial y Zamora, la obra detalla con fidelidad milimétrica todo lo que ocurrió en los partidos y entre ellos, los conflictos en el grupo y la forma de superarlos. Un perfecto retrato de unos días que definieron nuestra visión del deporte.