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La NBA trastoca todo

Los playoffs de la NBA avanzan en la burbuja de Disney, cuatro meses después de lo normal. El negocio ha quedado parcialmente salvado gracias a una pirueta en el almanaque. En Europa no ha sido así. La ACB resolvió con un formato exprés en Valencia, en unas fechas cercanas a su resolución habitual. Y la Euroliga, más sometida a la circulación entre fronteras y a las diferentes legislaciones estatales, prefirió cancelar el torneo para centrarse en la siguiente temporada. Europa altera poco sus calendarios clásicos, por los condicionantes de los contratos y por la coordinación con las ligas, con eventos federativos, con el Preolímpico, con los Juegos… La NBA no depende de nada de eso, sólo de sí misma. Va por libre. Eso le permite diseñar su presente y su futuro acorde a sus intereses.

El actual anillo se decidirá en octubre, casi en los mismos días en los que tendría que haber empezado el siguiente curso. Y la nueva competición todavía no tiene fechas. Será cuando a la NBA le venga bien. Las últimas noticias apuntan a enero o febrero, con el rescate del público entre sus objetivos. La grada aporta un 40% a la zarandeada economía de sus franquicias. Se trata de ganarle tiempo a la pandemia. El retraso de su campaña puede influir en la participación en los Juegos Olímpicos de Tokio y, sobre todo, en su fase de clasificación. Y afectará seguro al mercado de fichajes, porque hay un notable trasvase de jugadores entre la NBA y las ligas europeas, en las dos direcciones. Facundo Campazzo está a la espera de que se abra esa ventana, que ahora se divisa en Navidad, más de tres meses después de que comiencen la ACB y la Euroliga. El Real Madrid, y el resto de clubes continentales, tienen un gran problema para la planificación del próximo curso, más allá de la propia incertidumbre que generan los rebrotes del virus. En ninguno de los dos casos, la solución depende de ellos.