El Sevilla y el ataque Lukaku-Lautaro

Estas dos semanas de grandes partidos europeos llegan a su fin con dos estupendas finales. Hoy tendremos la primera de ellas, un rotundo Sevilla-Inter. Sexta final para el Sevilla. Ayer recordaba con Pablo Blanco la primera, el año del Centenario, efemérides que resultó tan inspiradora para el club que abrió este periodo de protagonismo europeo sin precedentes. Cinco finales ganadas y ahora esta, un melón por abrir. El Inter es club de viejo pedigrí europeo y con un equipo a día de hoy tremendo. Un fútbol físico y de buen pie, de estilo parecido al del Sevilla, y un poder especial arriba donde están Lukaku y Lautaro.

A cambio, el Sevilla tiene el impulso vital que le da esta Copa. Me decía Pablo Blanco que en aquella ocasión, con tantos miles de sevillistas por Eindhoven, pensó que cuándo volvería a vivir algo así el club. Bueno, pues ganó esa y otras cuatro gracias a equipos sucesivos ligados por un lazo invisible: el plus con que sus jugadores juegan esta competición, en la que se han esculpido los mejores momentos del sevillismo: el gol del llorado Puerta al Schalke, el de Palop al Shakthar, el de M'Bia al Valencia, la remontada ante el Betis, los penaltis parados por Beto ante el Benfica y por Palop ante el Espanyol, la agonía superada ante el United...

Una gran final, pues, que hará de pórtico a la de la Champions, el domingo. PSG-Bayern. Francés y alemán. Fino estilista contra duro fajador. Justo este verano se cumplen 150 años de la guerra franco-prusiana, casi un partido de juveniles comparado con las dos guerras mundiales. Francia y Alemania anduvieron a la gresca hasta De Gaulle y Adenauer y ahora sus enfrentamientos son los que nos trae el fútbol, al que Mendoza me definió como "la continuación de la guerra por otros medios". La Copa de Europa zurció el Continente tras tantas guerras y el partido del domingo es una bella metáfora de ello. Hagamos el fútbol y no la guerra.