Koeman+Messi como nueva fórmula
Koeman pasó por el Valencia en la 07-08, traído en octubre por Juan Soler para sustituir a Quique Flores. El equipo iba bien clasificado, pero Soler recelaba del grupo Cañizares-Albelda- Angulo-Vicente. Trajo a Koeman para liquidarlos. Él dijo que bueno, pero que se los sacaran en enero. Vicente se salvó por una amiga de la mujer de Soler. A los otros tres no los sacó, se quedaron en el vestuario. Aquello fue un pandemónium. Pese a todo, el equipo ganó la Copa (con táctica decidida por Marchena y Baraja en la final, según trascendió) y al domingo siguiente le echaron tras caer en San Mamés 5-0, a tres puntos del descenso.
Soler le contrató para hacer la limpia, pero luego él mismo le falló. Y su impopularidad contaminó al propio entrenador, visto como matón a sueldo contratado para liquidar a leyendas que tenían a la prensa y la afición de su lado. Ahora Bartomeu le trae para disolver la ‘pentocracia’. Le alumbró el camino al dictar una lista de intransferibles en la que no estaban ni Piqué ni Busquets ni Luis Suárez ni Jordi Alba, cuatro terminales de Messi, ni otros muy próximos, como Sergi Roberto y Arturo Vidal. Pero al tiempo, tras una conversación con el padre de Messi, sacó a Abidal, enemigo del clan, ratificado en el comunicado de la víspera...
Messi, claro, es la clave de todo. Ya se apresuró Bartomeu a decir que es la piedra del nuevo proyecto, que Koeman cuenta con él. Y así ha de ser. Todavía es el mejor, aunque no sea el mismo de sus mejores días. Él también cumple años. El problema es la difusa frontera entre estrella del equipo y mandamás del club (siempre por personas interpuestas, sean su padre o los íntimos de la plantilla). Reconstruir el equipo supone tomar unas decisiones que sólo han de competer a Koeman y al nuevo cuadro técnico que aparezca. Tendrá que trabajar sin interferencias, ni por arriba ni por abajo, porque ese gazpacho es lo que ha dado lugar al desastre.