Cómo una noche de vivac mejora tu salud
Dormir al raso sincroniza nuestro reloj biológico con las horas de luz natural.
Tengo un amigo, de mi grupo de “montañeros” (a falta de una palabra más precisa para definirnos), que de vez en cuando saca a la terraza su saco de dormir y, sobre una alfombra de césped artificial, se echa a pasar la noche. Por la mañana se levanta más descansado y dinámico. Él achaca esta gratificante experiencia nocturna a su afición a la montaña y al aire libre, aunque dormir al “raso” sea más “incómodo” que dormir en la cama. Pero en realidad lo que hace no es un acto lúdico, sino un encuentro con su naturaleza evolutiva, naturaleza que todos compartimos. Dormir en plena naturaleza es un auténtico placer fisiológico, practicar el vivac es un baño de salud. Y esta experiencia se ve aumentada después de una jornada de 7 horas de marcha por la cresta de una montaña y un hermoso anochecer en mitad del bosque bajo las estrellas.
Un estudio de la Universidad de Colorado demostró que los entornos naturales nos sincronizan con los ciclos circadianos de 24 horas, haciendo que las personas se vayan antes a dormir, tengan sueños más profundos y reparadores y se levanten antes más descansados. La investigación se llevó a cabo en las montañas Rocosas de Colorado, EE. UU., donde se monitorizó el nivel de melatonina (la hormona del sueño) en saliva de los campistas, comparado con el nivel de los mismos campistas pero una semana en la civilización. El estudio demostró que los niveles de melatonina comenzaron a subir al atardecer y que la hora de acostarse se adelantó unas dos horas antes que la noche en casa. Paralelamente, los campistas se levantaron antes de su hora habitual sobre el amanecer.
Para Kenneth Wright, investigador principal del estudio, es evidente que los entornos modernos influyen en los ritmos circadianos humanos, y no para bien. La televisión, los móviles, las pantallas de ordenadores mandan información engañosa a nuestro cerebro y nos mantienen despiertos hasta tarde, desincronizándonos con el ciclo de luz natural y esto tiene un coste para la salud. Las personas que retrasan sus relojes internos tienen más probabilidad de desarrollar obesidad, diabetes, depresión o fatiga diurna. Para Wright es aconsejable no solo dormir las horas suficientes, si no las horas adecuadas del día. Además, una buena higiene del sueño no solo es la base de la salud, también es el núcleo de cualquier programa de entrenamiento, donde la recuperación pesa más que el ejercicio activo (ver recuadro).
Para la doctora Phyllis Zee Centro de Medicina Circadiana y del Sueño de la Universidad Northwestern en Chicago, los resultados de estos estudios tienen explicación en la exposición de los campistas a la luz natural. Al atardecer llega la luz de onda larga roja naranja que dispara los niveles de melatonina y al amanecer, después de una oscuridad intensa (si no hay superlunas llena), la luz es de onda corta luz-verde que despierta al cerebro. El problema es que esa misma luz es la de las pantallas de los ordenadores, móviles y televisores, que retrasan la hora de irse a la cama. Para la Dra. Zee, solo dos días de Vivac restablece la sincronización con los ciclos naturales de luz y proporcionan un sueño reparador.
Pero no solo la luz tiene efecto sobre el sueño en la montaña, la composición del aire respirado también. En un entorno cerrado como el dormitorio, las concentraciones de C02 son dos veces superior que en el aire libre y esto afecta a la calidad del sueño y al estado fisiológico al día siguiente. En un estudio de la Universidad Tecnológica de Dinamarca se demostró que alumnos que dormían sin ventilación en sus habitaciones desarrollaron dolores de cabeza, mareo generalizado, menos dinamismo y menos capacidad para realizar un examen, que cuando durmieron con ventilación exterior constante.
Además de la luz natural y la composición del aire puro, hay otro factor que induce un sueño más profundo y reparador en la montaña: el sonido ambiente. Por la noche, embutido en un saco de dormir apenas se oye el silbido de las ramas de los árboles mecidas por una brisa de medianoche. Según la Dra. Zee es lo que se denomina ruido rosa, la porción de baja frecuencia del ruido blanco. Este “timbre rosa” de la noche provoca una relajación y un sueño más profundo.
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