El VAR se ha ensañado con el Leganés
LaLiga se ha cerrado con 149 penaltis, 36 más que la de hace dos años, me dice Míster Chip, y récord absoluto en la historia del campeonato. Ya lo sospechábamos. No se redondeó en 150 porque el domingo Cuadra Fernández no vio la zamorana de Jovic en Butarque y a Sánchez Martínez no le plugo aconsejarle que fuera a la banda a mirar repeticiones, por si acaso. ¿Para qué? ¡Sólo era el Leganés! Hace un tiempo esas manos no se pitaban, pero según las últimas consignas, sí. Nada más acabar el partido me llamó un buen celtista, tan aliviado como incómodo por lo injusto del trance. “El Leganés no merecía esto”, me dijo.
Un penatli es un 70% de gol, en su caso un 70% de salvación, alegría suprema que hubiera llegado acompañada de victoria ante el Madrid. Hubiera sido un día para la historia de signo muy distinto. Ya sé que no se baja en un día, como no se gana LaLiga en un día. Pero es que este campeonato el Leganés se ha comido dos penaltis, dos, ¡fuera del área! Uno en Mestalla (jornada 5ª, gol, resultado final 1-1) y otro en Butarque, ante el Levante (8ª, gol, final 2-3). También sufrió aquel desmayo de Messi en el área del Camp Nou cuando el partido iba 1-0 (29ª, gol, final 2-0). Parejas distintas de árbitros le han ido poniendo clavo tras clavo en el ataúd.
Un día aparecerá Velasco Carvallo con los porcentajes de acierto del VAR y tal y tal. Le oiremos como el que oye llover salvo en Leganés, donde sonará a escarnio. Entre otros problemas el VAR ha servido para ahondar la sensación de que hay una justicia para ricos y otra para pobres. El Madrid, que arrastraba la queja del doble penalti a Varane en el Camp Nou (rico contra rico, para el de casa, es la ley de bronce), ha vivido estas 11 jornadas en tal idilio con el VAR que se han cargado de argumentos sus detractores. Hasta el último día, cuando al Leganés se le negó ese penalti que sólo la ejemplar caballerosidad de Javier Aguirre supo perdonar.