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Si no hay riesgo, no es Márquez

El Mundial que tenía que haber comenzado el 8 de marzo en Qatar, lo hizo el 19 de julio en Jerez. Jugarretas del coronavirus. Para aquel estreno árabe, el estado físico de Marc Márquez estaba envuelto en dudas. “Me veo casi al cien por cien”, decía el séxtuple campeón de MotoGP, que se había operado de su hombro derecho en noviembre. El desgraciado parón por la pandemia al menos ayudó al ilerdense a completar una recuperación que iba más lenta de lo previsto. Así lo señalaron incluso algunos de sus rivales en esos frecuentes encuentros digitales que proliferaron durante el confinamiento. Pero en un deporte de riesgo tan alto, las cuentas no siempre salen. Márquez se ha roto el húmero en la primera cita mundialista y el martes volverá a pasar por el quirófano. ¿Quién habló de ventaja?

Las caídas forman parte de la esencia del motociclismo. Los pilotos lo saben y asumen la posibilidad de estos desenlaces, seguidos a veces de sanaciones increíbles. Pero igual que ocurre con la tauromaquia, también hay unos que se arriman más que otros. Marc es un habitual en rodar por los suelos, porque apura siempre para buscar los límites de su bravía Honda. Las salvadas como la que hizo el domingo cuando era líder en la quinta vuelta, a 160 km/h y con la moto a 67 grados de inclinación, se han convertido en un clásico de Márquez. Quien camina en la frontera, muchas veces recoge frutos, sobre todo si se trata de un campeonísimo como el catalán, pero en otras ocasiones se topa con el infortunio. Esta vez le tocó sufrir una dura caída cuando intentaba completar una espectacular remontada. Siempre al estilo Márquez. Y ahora puede costarle el Mundial, porque en la edición de este año, con grandes premios encadenados, sin apenas domingos libres, hay escaso margen para la recuperación y para los errores. Son las consecuencias de jugar a todo o nada. Si no hay riesgo, no es Marc Márquez.