Pol Espargaró merece una gran moto

Con los motores ya en marcha, después de dos carreras de Fórmula 1 en Austria, el Mundial de MotoGP se incorporará esta semana a la fiesta con su estreno en Jerez, que, al igual que ocurrió en Spielberg con los coches, acogerá dos grandes premios consecutivos en el circuito andaluz. Una vez vista la experiencia de la F1 con su nuevo calendario, que continuará el domingo en Hungría, y con las medidas de seguridad antipandemia, cabe pensar que las motos también se reanudarán con éxito. A escasos días de que las máquinas comiencen a rodar, el mercado calienta el ambiente. Pol Espargaró, campeón mundial de Moto2 en 2013, formará pareja con el laureadísimo Marc Márquez en el HRC Honda en 2021 y 2022, mientras que Álex, antes incluso de debutar, será relegado al satélite LCR.

Resulta curiosa la capacidad del deporte para despedir a entrenadores cuando sus equipos van líderes o acaban de ganar un gran título, o de decidir la salida de una disciplina como el kárate del programa olímpico para 2024 antes de que haya debutado en Tokio. Algo parecido le ha ocurrido a Álex Márquez, que ha conocido el fichaje de su sustituto antes de estrenarse en una carrera con la Honda. Deben tener muy claro que no dará la talla. Álex no es sólo el hermano de Marc, porque ha ganado dos títulos mundiales en cilindradas inferiores, y merecía una oportunidad. La tendrá, pero sin continuidad. Desde la casa japonesa, el presidente Yoshishige Nomura apunta la clave al calificar de “proceso de aprendizaje” su descenso al LCR. La puerta sigue abierta. En su lugar, Honda ficha a un enorme competidor, Pol Espargaró, que ya rivalizó con Marc en Moto2 y 125. La teoría asegura que el pilotaje del catalán se adapta perfectamente a la complicada RC213V, que tumbó a un ilustre como Jorge Lorenzo. Espargaró también se merece la oportunidad de una gran moto. Ahí la tiene.