El último episodio del entrenador del documental
En junio de 2013, el documentalista alemán Aljoscha Pause estrenó una película en la que reflexionaba sobre el oficio del entrenador de fútbol. Además de contar con el testimonio de técnicos reputados de primer nivel -como los ganadores de la Bundesliga Jürgen Klopp, Armin Veh o Thomas Schaaf-, el film seguía durante toda una temporada el día a día de tres estrategas jóvenes que aún no habían llegado a la élite y les convertía en los verdaderos protagonistas del relato. Trainer! -así se llamaba- tuvo un éxito notable e incluso Netflix la acabó incluyendo en su catálogo tres años después traduciéndola a ocho idiomas -entre ellos el español-.
Uno de los tres entrenadores noveles que aparecían era Frank Schmidt. Destacaba por su decidido anhelo de alcanzar el fútbol profesional. Su fe en sus propias posibilidades superaba las que le hubiera atribuido cualquier observador externo. Hablaba con la pasión del que dedica su vida a un sueño y ve los obstáculos como simples escalones que subir. Esta semana, tras un larguísimo camino inusual en el mundo del fútbol actual, tan sujeto al cambio, podría ascender a la Bundesliga.
Schmidt dirige al Heidenheim, el modesto conjunto que se enfrenta al Werder Bremen en la promoción tras la espectacular debacle del Hamburgo el pasado domingo ante el Sandhausen (1-5). Y lo dirige desde 2007, cuando pasó, casi de la noche a la mañana, de jugador a entrenador y asumió el banquillo del club de su ciudad. Por aquel entonces, el objetivo era acabar en la parte alta de la tabla para poder participar en la cuarta categoría el año siguiente, en el que se iban a reestructurar las divisiones inferiores del fútbol alemán y se iba a crear la nueva 3. Liga. Logró un cuarto puesto y consiguió la primera meta. La primera de muchas: llegarían después dos ascensos, accediendo el Heidenheim por primera vez a la segunda Bundesliga en 2014. Ahora, esta localidad de 50.000 habitantes que pertenece a Baden-Württemberg pero que se encuentra casi en la frontera con Baviera está a dos partidos (el de hoy y el del lunes) de pisar las altas esferas.
El insospechado éxito del Heindenheim, que ha quedado por encima de clubes con mucha más tradición como el Hamburgo, el Hannover, el Bochum o un Nürenberg que se juega ahora en la promoción un dramático descenso a tercera, se explica, además de por el empeño y la pizarra de Schmidt, por el acierto goleador de Tim Kleindienst. Este altísimo delantero centro de 24 años ya había jugado en el Heindeheim como cedido en la campaña 16-17 cuando pertenecía al Friburgo, y regresó el pasado verano firmando esta vez en propiedad. Sus catorce goles en el presente ejercicio, algunos de ellos con remates inverosímiles desde posiciones muy complicadas, han agregado al entusiasmo de su técnico la productividad necesaria para pelear por cotas mayores. Y constituyen, ahora, la gran amenaza para un Werder Bremen que probablemente festejó el domingo, tras su milagro del día anterior, ahorrarse un derbi contra el Hamburgo y jugarse la permanencia ante un adversario con mucha menos experiencia.