Una imagen vale más que mil palabras
El fuera de juego posicional es una de las jugadas más difíciles del fútbol: jugador adelantado que se abstiene visiblemente de jugar pero a juicio del árbitro interfiere o distrae la visión del meta o de cualquier rival. La suerte ha querido que el Madrid se haya visto indultado de dos goles en contra en jugada de ese tipo (el jueves, por supuesta interferencia de Maxi Gómez en el intento de corte de Varane, y el domingo, en Anoeta). La suerte también había querido que, previo a este partido, Piqué hubiera montado algo así como una nube negra, con una declaración tras el 0-0 en Sevilla que aludía a aquel gol del Valencia que fue al limbo.
Y la tormenta descargó porque este último episodio vino acompañado de otras dos jugadas susceptibles de provocar disenso: el penalti de Diego Llorente a Vinicius y el gol de Benzema. Para los seguidores de la Real, del Barça y para unos cuantos más (el madridismo es la segunda religión oficial del país, pero el antimadridismo es la tercera), el gol abortado de Januzaj es un cero a la derecha que multiplica por diez las dudas de quien quisiera abrigarlas y extenderlas sobre las dos jugadas anteriores. Las tres juntas dan para fabricar una pelota de decisiones contra ley en el mismo partido, justo el que da el liderato al Madrid.
Hay gente que lo cree así de buena fe, desde luego. Si la realización nos hubiera ofrecido la imagen que publica hoy AS, que demuestra que Merino está en la línea de visión de Courtois en el instante en que chuta Januzaj, quizá la polémica no lo fuera tanto. Pero no lo hizo, y esa imagen que derrumba la principal prueba de cargo en el caso no ha circulado. Es esta una cuestión que sirve para expresar una duda sobre el VAR: el equipo del VOR tiene acceso (o se supone) a las repeticiones de todas las cámaras, pero la afición no. La afición solo ve las que atraviesan el tamiz del equipo de realización. Y eso da pie a fomentar equívocos.