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Marcelo evocó a George Floyd

Marcó Marcelo el 3-0 en un sensacional tiro cruzado e hincó la rodilla en tierra. Gesto serio, puño hacia el cielo. La televisión ofreció su primer plano, cuando regresaba, con gesto concentrado. Me gustó su actitud, me gustó esa evocación de George Floyd en un jugador del que tenemos la imagen de chico despreocupado, por su fútbol alegre y su talante juguetón. Marcelo fue el hombre del partido, por eso y por su mareo en el segundo tiempo, “una pájara de media hora en el Tourmalet”, diagnosticó Iturralde en Carrusel con buen ojo clínico. Lo resolvió con gel y pastillas de glucosa. Fue un aviso de las fatigas que vienen.

Precisamente previendo esas fatigas el Madrid se dejó ir en la segunda mitad. El propio Sergio Ramos le dijo a Ricardo Sierra en el micrófono de Movistar que decidieron administrarse, porque lo que viene es duro. Y administrándose el Madrid corrió cierto riesgo, porque el Eibar marcó un gol, metió un remate al larguero y le sacó a Courtois una parada inmensa, todo en pocos minutos. Pero la lujosa ventaja, iniciada por Kroos de un tiro a la escuadra con su conocida precisión de cirujano y completada por Sergio Ramos y el citado Marcelo en sendos contraataques, resultó colchón suficiente, y eso que el Eibar hizo una gran segunda parte.

El resultado del Madrid es menos lucido que el del Barça en la víspera, pero hubo algo en común: la facilidad con que resolvieron pronto. En Mallorca y en Valdebebas fueron gol las dos primeras llegadas de ambos. Cara a los diez partidos que quedan, el Barça tiene la ventaja de dos puntos, pero el Madrid tiene la de una plantilla más larga. Ante el atracón que viene, que va a hacer a los entrenadores transitar un territorio desconocido, esa cortedad de plantilla del Barça va ser un garbanzo en el zapato de Setién. “En las últimas diez jornadas se decide todo, antes sólo vendemos humo”, decía Luis. Pues a por ellas vamos.