Está a punto de desaparecer otro coloso arquitectónico del fútbol: el Giuseppe Meazza de Milán. La Comisión regional para la conservación del patrimonio de Lombardía considera que el estadio no mantiene suficientes elementos originales del campo primigenio para ser considerado bien cultural y, por tanto, no presenta un interés añadido que evite su demolición. Si hay algo que sepan en Italia es del peso del pasado y de su conservación.
Se quedará en el recuerdo no sólo gracias a grandes noches futbolísticas, sino también a sus características torres redondeadas. El campo caerá y otro nuevo -sostenible y multifuncional- será construido prácticamente en el mismo sitio. Es una metáfora perfecta de la vida: lo viejo se tira y surge lo nuevo...En el mismo lugar.
Una de las características que más nos llama la atención del fútbol italiano es que los grandes equipos de una misma ciudad comparten campo. En países como España o Argentina donde el sentido territorial está tan desarrollado, esto es difícil de concebir ya que un estadio es considerado un espacio sagrado que no se puede mancillar. Pero, en Italia muchos estadios son de propiedad municipal y, por eso, se comparten. De ahí parte el ingenio de las aficiones italianas para apropiarse del campo y hacerlo suyo. Por ejemplo, los aficionados del AC Milan, lo llaman San Siro (su nombre original hasta 1980) y los del Inter, se refieren a él por su nombre oficial, es decir, Giuseppe Meazza.
La pregunta clave es ¿cómo se llamará el nuevo estadio? ¿Será definitivamente "Nuevo Estadio de Milán"? ¿Llevará el nombre o el apellido de una marca? ¿Seguirá con el mismo que tuvo hasta ahora? La capacidad de bautizar es uno de los dones más grande que tenemos. El privilegio de nombrar es un signo de poder. Por eso ponemos "apodos" a los campos, a las obras de arte o hasta a las personas; es la manera que tienen los humildes de resignificar el mundo y apropiarse un poco de él. El nombre de este próximo campo nos dará la pista si el nuevo mundo es mejor que el viejo.