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La foto con que recordaremos a Aduriz

Cada fin de temporada decimos adiós con pena a algunos jugadores a los que veníamos admirando desde años atrás. El futbolista quizá no lo perciba así, por su tendencia progresiva a desconfiar y aislarse, pero el aficionado termina por verles como algo casi familiar. Tantos partidos (ahora se pueden ver todos por televisión) permiten hacerse una idea de la persona, más allá del jugador, por sus reacciones en situaciones difíciles. Y sus declaraciones por aquí y por allá, de modo que cuando dicen adiós se crea en nosotros un triste vacío. Sigue ahí, sí, pero ya no le veremos jugar nunca. Nuestro bosque pierde otro viejo roble.

Ahora se va Aduriz, no exactamente en fin de temporada. Ni como él y todos hubiéramos querido, en una final de Copa quizá ganada, con una foto sosteniéndola en alto. Le han vencido los años, 39, y la cadera. La final de Copa está aplazada 'sine die', así que no había motivo para aplazar la operación. Se va, pues. Se va con una carrera singular en la que alcanzó la gloria después de los treinta años, cuando explotó lo mejor de sí. Marcó más y mejores goles en el segundo decenio de su carrera que en el primero, hizo el primero para la Selección con los 35 cumplidos. Un prodigio genético y un modelo de cuidado y constancia.

Nos queda su último gol al Barça, una chilena impecable. A falta de foto con la Copa tenemos esa. El Barça se le dio bien: en aquella Supercopa que le dio al Athletic su último título hasta hoy le metió tres goles en la ida y uno en la vuelta. Ha marcado en las últimas 15 temporadas de nuestra Liga, ha hecho goles a 35 equipos distintos de Primera. Burgos, Valladolid, Mallorca y Valencia le recordarán, pero sobre todo Bilbao, donde defendió con honor el nueve que fue de Zarra, de los hermanos Arieta, que empalmaron sus carreras. Un número que obliga más que ningún otro. Se ha ido un grande. Se lleva todo nuestro agradecimiento.