Desencuentros en la tercera fase
El empuje de Tebas. Se podrá criticar las motivaciones económicas que llevan a Javier Tebas a apostar tan decididamente porque se dispute el final de LaLiga, pero no se puede negar el tesón, los medios y el compromiso para cerrar el campeonato. Es lógico, si uno se pone en su piel, resistirse a desandar todo lo recorrido desde que llegó a la presidencia de la patronal. El próximo ejercicio va a ser durísimo por la ausencia de público durante varios meses y no cerrar éste agravaría seriamente el horizonte. Lo fácil, quién sabe si lo prudente, hubiese sido suspender, pero Tebas se está jugando muchas fichas en esta partida. Para ganarla, ha cedido más de lo que nunca pensó en su batalla con Luis Rubiales y, por el camino, al CSD; ha auspiciado la desconfianza de varios clubes anunciando que, se acabe o no, habrá descensos.
El regreso al trabajo. Aunque ya han empezado algunas voces discordantes a emerger entre los futbolistas, será entre la segunda y la tercera fase cuando la AFE y varios actores principales critiquen abiertamente el modelo elegido para volver. El protocolo generará agrios debates. No tiene sentido mantenerlos de momento cuando el trabajo es individual. Los jugadores tienen una pega a priori: no quieren concentrarse después de tanto tiempo confinados y, mucho menos, seguir las recomendaciones de no salir de sus domicilios particulares con sus hijos, ahora que la desescalada parece dar un respiro al resto de ciudadanos.
Las pegas de los técnicos. Entre los entrenadores no se concibe que sea mayor el tiempo para el trabajo individual que para el grupal y temen un cúmulo de lesiones por insuficiente preparación o stress en el tramo final liguero. Creen que no existe paralelismo con la pretemporada al uso, con partidos amistosos. El futbolista necesita entrenarse para competir en condiciones reales, algo que no se produce ni en el trabajo individual ni en grupos reducidos.
La gran línea roja. La posibilidad, toquemos madera, de la aparición de un positivo cuando vuelvan los partidos va a ser un caballo de batalla nada fácil de domar. La mezcla de los intereses económicos o los temores deportivos no tienen que ver con el miedo a contagiar a tus compañeros o a tus seres queridos. Los profesionales van a exigir claridad y, después de todos los positivos que ya se han dado en clubes de LaLiga, la respuesta no puede ser ambigua. El CSD, con el beneplácito del Ministerio de Sanidad, no se puede poner de perfil.