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El fútbol no saldrá mejor de esta, saldrá fútbol

Todos hemos visto el mismo vídeo de un grupo de niños jugando al fútbol en un parque de Valencia el pasado domingo cuando está explícitamente prohibido en las normas de esta fase pre-cero (supongo que se le puede llamar así). Se entiende perfectamente a los chavales, no a los padres. Después de un mes encerrado aparece un amigo con una pelota y a ver quién es el tonto que no le sigue si tu padre no te lo impide.

El hueco que está dejando ausencia de fútbol en las emociones se está cubriendo con pequeñas vibras estos días: una pachanga prohibida entre niños, unos toques de jardín a jardín, un partido antiguo en la tele, directos en Instagram de futbolistas desde sus casas, incursiones en el PC Fútbol. Hay incluso quien está viendo la Liga Bielorrusa, que a mí particularmente me parece como seguir una conferencia sobre neutrones en mandarín. Un Torpedo Zhodino-Rukh Brest (que encima terminó 0-0) te puede ayudar a conectar con el fútbol, pero ahí falta algo básico, la pasión.

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Se extiende el discurso que dice que de esta saldremos mejores y que el fútbol debería aprovechar este parón para hacer un ejercicio de reflexión. Tablas aeróbicas y ejercicios de reflexión en casa. Es como el viejo discurso de que los futbolistas tienen que ser modelos a seguir. Sí, claro, pero resulta que los futbolistas son humanos. Los hay que han cogido un coche desde España para viajar a sus países de origen sin que los equipos lo supiesen, los hay encerrados en sus mansiones de cristal ajenos a la realidad de millones de personas, o los hay como Michael Robinson: aparte de futbolista era muchísimas otras cosas.

El calendario deportivo volverá y el deporte permitirá una catarsis colectiva a medida que alcancemos esa ‘Nueva normalidad’, que suena a secta nacida en los años sesenta en medio de un desierto de Utah. No esperemos una mejora en el contrato social de los clubes con los aficionados porque seguramente no llegará. No esperemos una utópica ejemplaridad de los futbolistas porque seguramente tampoco se producirá. Yo sólo espero fútbol no bielorruso, ya me parece bastante