Los calendarios se hacen trizas
Hoy tenía previsto escribir de The Players, el considerado quinto Major del golf, que reúne hasta el domingo a sus principales ases, a excepción del maltrecho Tiger Woods. Entre ellos está Jon Rahm, que este año asalta el número uno mundial en cada presencia. Por delante tiene a Rory McIlroy, el líder, y por el retrovisor divisa en el tercer peldaño a Brooks Koepka. Los tres compartirán partido en las dos jornadas iniciales. Saltarán chispas. El torneo aglutina todos los ingredientes que debe tener una competición. Por eso apetece seguirlo durante cuatro días. También para refrescarnos de la catarata de noticias sobre el coronavirus. Pero ni siquiera el golf, poco zarandeado aún por el patógeno, vive desconectado de esa realidad. Rahm, por ejemplo, no firmará autógrafos. Por si acaso.
Esa era mi intención, pero no lo he logrado del todo, porque en paralelo continuaba el torrente de comunicados con cinco verbos protagonistas: suspender, cancelar, aplazar, posponer y cerrar. Esa es hoy la realidad por el avance del Covid-19. Se ha cerrado el CAR de Madrid, el corazón del deporte español, en un año con unos Juegos Olímpicos en el horizonte, todavía en pie a pesar de que sus cimientos se desmoronan. Los aplazamientos son constantes: las ligas de baloncesto, balonmano, hockey y fútbol sala, la Copa del Rey de fútbol, la Fed Cup de tenis, partidos de UEFA, el GP de Argentina de motos, el waterpolo continental, la Copa del Mundo de gimnasia... La NBA inaugura las restricciones. Y la cancelación de Austria de trial ha adelantado la coronación de Toni Bou. Esta cascada, que coincide con la declaración de pandemia por la Organización Mundial de la Salud, empuja a preguntarse a dos o tres meses vista cómo podrán recuperarse tantas fechas. Las federaciones internacionales se enfrentan a una reestructuración global de los calendarios. Todo no cabe. Una solución, quizá, sería aplazar la Eurocopa y Tokio 2020. Al tiempo.