Messi se queda cada vez más solo

Dembélé fue a curarse a Qatar y no parece que acertara mucho, porque tiene que operarse de nuevo de rotura de un tendón. Este chico tiene verdadera mala suerte. Suele advertir el doctor González en estas páginas que los velocistas son más delicados y así parecen demostrarlo las continuas recaídas de Dembélé y Bale, que compiten en la acumulación de días de baja. En el caso de Bale, las lesiones no son tan graves, pero su importancia se acentúa por su descarada indiferencia. No le apura su situación. Dice su inefable ‘manager’ que está a gusto y motivos tiene: buena soldada y una ciudad con estupendo clima para jugar al golf.

Dembélé, sin embargo, estará muy apurado. Su carrera se interrumpe nada más empezar. Mbappé le mandó ánimos y falta tienen que hacerle, porque no es fácil imaginar lo que tiene que estar sufriendo. He tratado a muchísimos futbolistas y para todos el centro del universo es la buena salud de sus piernas. Y con él sufre el Barça, que ya se había quedado increíblemente corto de plantilla, nadie me sabe explicar bien por qué. En el arranque de temporada se desprendió de Rafinha, entendiendo que le sobraban medios, y era verdad. Pero ahora ha soltado en el mercado de enero a cuatro de golpe: Wague, Todibo, Aleñá y Carles Pérez.

Así, se ha quedado con una plantilla de 17 profesionales, al que es justo añadir a Ansu Fati, con ficha del filial pero consagrado a todos los efectos. Dos, Dembélé y Luis Suárez, tienen lesiones de larga duración y dejan la delantera carente de repuestos. Con eso y con las bajas ocasionales que siempre hay, no da para afrontar tres competiciones en las que el club ha de competir. Messi sigue al frente de todo, como un mago Mandrake para resolver partidos, pero es llamativa la depauperación de la plantilla. Claro, que la causa es la barbaridad que cuesta su ficha. Pagarla le supone al Barça tal esfuerzo que le deja totalmente tieso.