Algo más sobre la nueva Supercopa

La Supercopa de Yeda ha dejado, escenario aparte, unas dudas deportivas cuya causa quizá sean que se llama igual que lo que había, cuando no es lo mismo. No han jugado entre sí los campeones de Liga y Copa, ni ha sido bisagra entre temporada y temporada, sino en este tiempo invernal, coexistiendo con unas eliminatorias de Copa también de nuevo cuño. La han jugado cuatro clasificados por méritos deportivos. Un Torneo de los Cuatro (que existió, fugaz, en los cuarenta) que por llamarse Supercopa parece falsificar ésta. Tampoco Rubiales, que tiene buenas ideas, es lúcido y prudente al explicar el invento. Más bien al revés.

Para mí, la Supercopa era una falsificación en sí. En el sentir popular, el campeón de LaLiga es el mejor del año, por más que al de Copa aún se le titule oficialmente ‘Campeón de España’. Pero la puerta de la Champions se le abre incluso al cuarto en LaLiga y no al campeón de Copa. Llamar Supercopa al ganador de ese duelo resultaba impropio si el derrotado era el campeón de LaLiga. Aquella Supercopa era, según dijo Mourinho, “el mejor torneo de pretemporada, el peor de la temporada oficial”. Lo de Yeda se llamaba igual, pero fue una cosa diferente. Otro torneo, con una enjundia nueva. Y los clubes lo vivieron con otra emoción.

Lo prueba el berrinche del Barça tras caer ante el Atlético. Lo prueba la emoción de la prórroga y los penaltis en la final, que recordó a las de Lisboa y Milán. Cierto que ningún finalista era campeón de nada, eran invitados, como dijo despectivamente Valverde, pero otras veces (tres, Barça, Athletic y Mallorca) la Supercopa tuvo un ganador no campeón, participante como finalista de Copa en año de doblete del oponente. La primera, por cierto, cuando el doblete del Atleti, fue también una idea improvisada con la temporada en marcha... para hacer dinero. Hasta entonces, en caso de doblete se daba la Supercopa al doblista.