El estallido de José Antonio Reyes II
El domingo sin fútbol en España lo ocupó un Barça-Madrid de baloncesto, resuelto con estrépito a favor del Barça por 83-63. El clásico de la canasta en estas fechas no es casual ni nuevo, sino producto del deseo de la ACB de mostrar lo mejor que tiene en estas fechas que el fútbol descuida. En cierto modo, enlaza con aquellos años del Torneo de Navidad del Madrid, invento de Raimundo Saporta para cubrir la programación de la tele las tardes del 24 y el 25 de diciembre. “Nos metían al Madrid hasta en la sopa de Navidad”, me comentó con ironía años después un amigo catalán. El baloncesto sigue pidiendo la voz en estas fiestas.
El futbolero excluyente, eso sí, tuvo dónde mirar, gracias a que ahora la tele lo rastrea todo y te trae a casa, empaquetado y con lacito, lo que pidas. Y ahí estaban la Premier y los niños de LaLiga Promises. En la Premier, el Liverpool venció ayer a los ‘Wolves’, otrora míticos y ahora en camino de recuperar sus glorias, como venció en el Boxing Day al Leicester con aquel estruendoso 0-4. Así que en pocos días ha batido a dos revelaciones de la Premier. Ahora, con un partido menos, le saca 13 puntos a su inmediato perseguidor, el Leicester. Todo le sopla a favor. Hasta el VAR, que ayer se inclinó por los ‘reds’ en dos jugadas de cara o cruz.
Pero la perla fue el desenlace de LaLiga Promises. Una final tremenda en Abu Dabi, con el estallido de José Antonio Reyes II que hizo cuatro goles al Sevilla, el que fuera el equipo de su padre, trágicamente desaparecido el pasado 1 de junio. El joven Reyes, que ya marcó dos en la semifinal contra el Villarreal, coronó con esas dos tacadas campeón al Real Madrid, que sacó un equipo de menos estatura pero más técnica que el Sevilla. El chico tuvo más de un choque emocional y ya sabemos en qué estaría pensando: en lo que todos nosotros. En desde dónde le estaría viendo el padre. En que ojalá hubiera podido abrazarle.