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En medio de las luces de Navidad, resuenan los lazos familiares y los buenos deseos. Los aficionados al fútbol británico, además, están de enhorabuena porque allí, el fútbol no se detiene. Y es que la línea del meridiano que une nuestra península con Inglaterra está quebrada por otro horario y dos maneras distintas de ver el fútbol. Mientras que en España, la mayoría de los aficionados opta por seguir a dos equipos (Madrid y Barcelona), en Inglaterra los seguidores suelen ser del equipo del lugar de donde proceden. Así, hay clubes de tercera o cuarta división británicos que congregan tanta gente como muchos de Primera o Segunda División en la península.

El problema es que, como Madrid y Barcelona son los que más implantación social tienen y los más demandados para ver en la pantalla, también son los equipos que más dinero reciben de los derechos televisivos. Como un alud de nieve, crecen con la fuerza de su propia inercia.

Sin embargo, en Inglaterra los equipos reciben un reparto de la televisión más equitativo que permite llevar a cabo una competición más rica, plural y diversa. Inglaterra va en contra de la tendencia europea que es concentrar mucho en muy pocos. Eso no quiere decir que en las islas no tengan sus viejas aristocracias y nuevos ricos, pero en lugar de una competición de dos caudillos, hay una mayor presencia de clase media. Es una lógica participativa donde todos tienen más opciones.

Que en la Premier suela haber varios candidatos al triunfo es una muestra de los beneficios de un reparto diferente. Además, resulta muy evocador escuchar nombres de distintos equipos. Recuerdo la cantidad de geografía que aprendí con la vieja Recopa y la UEFA. ¡Sabías que existían otras ciudades que no fueran la tuya propia, además de Madrid, Múnich o Milán!

El éxito del Boxing Day es una celebración del vínculo que une clubes y aficiones. Aficiones masivas de todos los equipos que llenan los campos y entienden que el fútbol es cosa de todos, no de unos pocos. ¡Felices Fiestas!