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Arteta en el sillón de Wenger

En cualquier otro momento de la historia, Mikel Arteta habría jugado unos cuantos partidos con la Selección española absoluta. Probablemente muchos. Pero coincidió con la generación de Xavi, Iniesta, Alonso, Silva y Fàbregas, y además sus exhibiciones no eran tan fáciles de ver: la mayor parte de ellas las firmó con la camiseta del Everton. Allí, en un contexto de fútbol directo y disputas físicas, él era el que bajaba la pelota al suelo y decidía con su calidad. No extrañó pues que Arsène Wenger, el entrenador con mayor gusto por el juego asociativo de la Premier League en ese momento, lo fichara para el Arsenal. Arteta era fútbol de toque, era inteligencia creativa, era velocidad mental y comprensión táctica.

Mikel Arteta.
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Mikel Arteta.Anthony Devlin/PA Wire/dpa

Ahora vuelve de nuevo al norte de Londres y lo hace como entrenador. La decisión de la directiva gunner, indudablemente atrevida, se puede interpretar como un regreso a las esencias. Casi como una rectificación. Como una recuperación de la idea de Wenger en lo que se refiere al estilo. Si a Unai Emery se le acusó de indefinido y se dijo que su filosofía era difícil de etiquetar por la cantidad de mutaciones que presentaba, con Arteta no hay ninguna duda: el Arsenal quiere volver a ser reconocible. Y quiere volver a mandar con el balón. Si Arteta se parece como técnico al jugador que fue -y habiendo aprendido al lado de Guardiola todo apunta a que así será-, el wengerismo ha vuelto al Emirates. Y probablemente con un punto de competitividad y sofisticación táctica superiores a las del alsaciano, que acabó fiándolo todo a su gusto por el pase pero se quedó algo obsoleto en la pizarra. Arteta, en cambio, pertenece a la nueva generación de entrenadores que han crecido dándole vueltas a la metodología y bebiendo de amplias bibliografías para enriquecer su propia propuesta.

En momentos de profunda depresión y dudas existenciales, ser valiente siempre es una buena idea. Y recuperar los valores perdidos de una entidad, aún más. El Arsenal quiere volver a ser bello.