Las lágrimas de hoy son las sonrisas de mañana
Hoy tocan lágrimas. Mañana, sonrisas. Hoy toca el llanto por la oportunidad perdida, por el oro acariciado a falta de siete segundos, por un balón que valía un Mundial y que Alexandrina Cabral, otras veces decisiva, estrelló contra la portera holandesa, un muro llamado Tess Wester, una acción precipitada que dejó a España sin el título más importante de su historia y sin la reválida en la prórroga. La toma de decisiones separa la gloria de la derrota. Esto es deporte de élite. Luego vino el lance de Ainhoa Hernández, la polémica arbitral, la confusión, esas voces indignadas que denunciaban un “robo”, que se quejaban de un “escándalo”, el incendio en las redes sociales, antes de analizar fríamente el reglamento. Si la pivote bloqueó el balón con las manos dentro, independientemente de dónde estuvieran sus pies, la jugada está bien pitada. Nos duela o no. El desenlace de este Mundial, sin embargo, no se puede reducir a un tiro errado por Alexandrina, ni a un arbitraje dudoso. Hay que poner en valor la plata de las Guerreras. Mañana serán sonrisas.
Las finales se ganan o se pierden. La moneda no tiene más caras. Pero en la derrota, mientras enjugamos las lágrimas, hay que saber de dónde venimos. Y adónde vamos. Venimos de un 12º puesto en el Europeo 2018. Holanda se colgó el bronce. De una 11ª posición en el Mundial 2017. Holanda también fue tercera. De otra 11ª plaza en el Europeo 2016. Holanda fue subcampeona. De otro 12º en el Mundial de 2015. Holanda se llevó la plata. En esos cuatro campeonatos, las rivales de este domingo subieron al podio, mientras que la Selección no era capaz de entrar en el top-10. El salto de calidad ha sido tremendo. Hay que quedarse con eso para saber hacia dónde vamos. Para soñar con los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, con el Mundial de España 2021... Las Guerreras han vuelto.