El fútbol es de lesbianas
Os imagináis un titular como este en versión masculina? Impensable. Esto os lo pregunto, porque viendo el derbi Español-Barcelona de este sábado, escuché una conversación entre dos aficionados:
—¿Tu hija pequeña también juega?
—Mejor que no. Los equipos femeninos están llenos de lesbianas.
Me sorprendió y más de dos aficionados que estaban viendo fútbol femenino. Es como si por jugar en un equipo de fútbol te convirtieras en lesbiana. No todas las futbolistas son lesbianas, sería como decir que no hay futbolistas homosexuales en LaLiga. "Haberlos haylos". Otra cosa es que no lo digan públicamente para no acabar suicidándose como Justin Fashanu. Un delantero potentísimo de la Premier que acabó ahorcándose por todo lo que le vino encima al salir del armario. Parece imposible en el mundo del deporte, pero en este aspecto las mujeres vamos por delante de los hombres. Toda una campeona del mundo y premiada con The Best, Megan Rapinoe, es abiertamente lesbiana y parece no interesar mucho a los aficionados. Como debería de ser.
El fútbol es fútbol. Puede ser jugado por hombres o por mujeres. Otra cosa es el fútbol grandioso, el de primera, el que acapara portadas y abre las noticias. Entiendo que si un futbolista profesional se declarase homosexual o bisexual públicamente, su andadura por los terrenos de juego y en el propio vestuario sería insoportable. Como le sucedió al lateral del Arsenal, Héctor Bellerín, que le gritaban lesbiana entre otros insultos, por llevar el pelo largo. ¿Hasta qué punto vale la pena morir por la causa? Sería importantísimo para todos, sobre todo para los más jóvenes, que vivieran con naturalidad la diversidad de nuestra sociedad. Ahora mismo, los aficionados y los propios jugadores insultan a sus rivales por el hecho de tener un color de piel diferente al blanco o practicar una religión que no sea la cristiana. Mezclar fútbol y prejuicios no tiene cabida. Ser lesbiana, gay o heterosexual no te da ni te quita un plus como deportista. De igual modo, ser blanco o negro, cristiano o musulmán tampoco te hace peor o mejor futbolista.
En el pasado Mundial de fútbol femenino, se conocieron hasta 30 historias de futbolistas lesbianas y bisexuales. Habrá muchas más que no lo han hecho público por decisión personal o porque provienen de países que condenan la libertad sexual con la cárcel. El hecho de que ningún jugador profesional todavía no haya salido del armario, significa que queda mucho por hacer. El deporte también debería servir para hacer una sociedad mejor. Dijo John, el hermano de Justin Fashanu: "Un poco más de entendimiento y cariño podía haber cambiado muchas cosas".