Sentir nostalgia de Messi
Una de las cosas más bonitas que puede decir un rival sobre ti es "ojalá te retires". Esa afirmación encierra muchísimos halagos. Con su sexto Balón de Oro en la mano, Messi soltó el lunes pasado la frase con la que llevan años soñando sus rivales, una frase que anticipa un césped libre de su sombra escurridiza: "Soy consciente de la edad que tengo. Se acerca el momento de la retirada, sé que mi tiempo se acaba".
Todos teníamos un amigo en el colegio que a la salida de una examen te decía con solemnidad que iba a suspender. El sinvergüenza nunca bajaba de notable, así que tú le respondías con un enfático "sí, ya" y seguías a lo tuyo, que a veces sí tenía que ver con suspender. Cuando el lunes escuché a Messi en la gala del Balón de Oro me salió del alma el mismo "sí, ya". ¿Cómo se va a retirar un futbolista que no se cansa de ofrecer su mejor versión, que gestiona mejor que nadie sus lesiones, sus ritmos y su cuerpo? Sí, ya.
Los halagos que está recibiendo esta semana Messi no son sólo el culto a su figura, que también, son el culto a una época que vemos que se nos escurre entre los dedos. ¿Y después de Messi qué? Yo ya me imagino diciéndole algún día a un chaval de la generación W (o la que venga) que "vi jugar a Messi", del mismo modo que mi padre me decía que él vio en directo a Di Stéfano y que una vez en Balaídos le rozó con un balón Johan Cruyff.
Lo que sentimos ahora mismo con Messi se parece bastante a esa sensación que aparece en medio de todas las vacaciones: la nostalgia del presente. Hay quien siente nostalgia de las vacaciones desde el segundo día de vacaciones, "¡Ay, que rápido están pasando, ya sólo me quedan cinco días para volver al trabajo!" Hay quien, rizando el rizo de la nostalgia, se pone a planificar el siguiente destino de vacaciones estando de vacaciones. En el fondo, tener nostalgia de Messi, echar de menos a alguien que no se ha ido a ninguna parte, imaginar cómo será esto del fútbol cuándo no esté, es la forma más coherente de disfrutarlo en el presente.