Después de Messi, le toca el turno a la orquesta del Barça
Como en el año del tridente cuando encontró a Neymar y Suárez, el solista necesita el salto de los nuevos, De Jong y Griezmann, para cumplir los objetivos. Los dos estuvieron con él en la gala de París.
Cada día está más aceptado que el Barça es sólo Messi. Una afirmación algo reduccionista, pero sobre todo arriesgada. Poner todo el peso del club encima del argentino tiene sus peligros por más que sea capaz de casi todo como demostró en el Wanda el pasado domingo. Que el Barça juega por, para, y alrededor de Messi es una evidencia. Y que el argentino está haciendo su trabajo, también. Pero el solista no puede acapararlo todo. Debe dejar aire para la orquesta. Es más, la necesita para esos objetivos colectivos que reclama conseguir. Por eso exige jugadores de nivel cada verano, para estar bien rodeado. La orquesta también debe dar un paso adelante. Que se le escuche.
El último triplete del Barça en 2015 contó con un Messi excelso, capaz de marcar 43 goles en LaLiga y decidirla con del alirón en el Calderón. Y de jugar una de las mejores Champions de su carrera (diez goles y la noche grande ante el Bayern) y marcar un gol para el recuerdo en la final de Copa ante el Athletic. Pero hubiera sido imposible sin las noches de Suárez en París y Manchester, las cabalgadas de Neymar ante el Bayern o su partido en semifinales de Copa ante el Calderón; el comportamiento de Iniesta y Rakitic en los interiores... Messi necesita socios.
A la gala de París acudieron tres de ellos, Ter Stegen, De Jong y Griezmann. Del primero, debe tener poca queja. Esta temporada, el alemán ya ha salvado los muebles del Barça en días señalados como Dortmund, Praga o el Wanda. Penaltis adivinados, paradas imposibles... Segundo mejor portero del mundo según las votaciones de France Football, sólo por detrás de Allison, está en un momento de plenitud. De Jong debería ser el Rakitic de 2015 en un Barça ganador... Un jugador de ida y vuelta capaz de correr por dos y trabajar para el artista. Fue curiosa la imagen del 0-1 contra el Atlético, con Messi pidiéndole el balón con los brazos abiertos para acelerar el contragolpe. La comunicación entre ambos va mejorando. Con Busquets y Rakitic en cierta curva descendente, el holandés es la pieza definitiva en el centro del campo.
Pero la llave que puede abrir las puertas de la gloria para el Barça este año está en las manos de Griezmann. Su foto con Messi a la vuelta de París, con su correspondiente frase ("el Balón de Leo"), viene a unirse a la que había colgado después del partido contra el Dortmund, también con mensaje ("noche importante"), y habla de una normalización en la relación si es que alguna vez estuvo fría. La producción de Griezmann hasta el momento, más allá de su tremenda profesionalidad y su compromiso con el trabajo de grupo del equipo, no ha sido suficiente en términos goleadores. Cinco goles en 18 partidos oficiales es poco para un jugador que, en sus peores cifras de los últimos años, marcaba un gol cada tres o cuatro partidos. La conexión con el francés en el partido contra el Dortmund ilusiona a cierto sector del barcelonismo. Messi no se puede escuchar solo, necesita que le orquesta suene.