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Tenis en horario de discoteca

El compañero Jesús Mínguez, que sabe bastante de tenis y mucho más de cierres nocturnos complicados en el periódico, ya nos advirtió del riesgo antes de que arrancaran las debutantes Finales de la Copa Davis: “Los turnos de la tarde pueden irse más allá de la medianoche”. Se quedó corto. Sus cálculos, en torno a la una de la madrugada, se alargaron hasta las dos en el primer cruce de España frente a Rusia. Y pudo ser peor, porque los partidos de Rafa Nadal y del dobles López-Granollers se resolvieron en dos sets, en sendos desempates que bien podrían haberse decantado hacia el otro lado de la red. No es nada descabellado que tres encuentros de tenis se resuelvan en tres sets, y en ese supuesto ya nos meteríamos en un horario más propio de discotecas after hours que del deporte.

Si Mínguez tuvo la previsión de avisarnos en AS, cuesta pensar que no hicieran el mismo análisis interno en Kosmos. En cualquier caso, se debe otorgar el beneficio de la duda, y más en un formato tan novedoso y experimental como el actual. Con una criatura recién nacida, hay que tomar nota de las penalidades para corregirlas y afianzar el crecimiento. Esos horarios perjudican a todos. Principalmente, a la salud y la recuperación de los tenistas, los principales artistas del circo, como ha señalado Nadal, un número uno. También a la asistencia de un público que, por lo general, tiene que trabajar a la mañana siguiente. Su ausencia nocturna, además, perjudica al equipo anfitrión, que pierde su principal ventaja: el apoyo en la grada. Como remate, tampoco es bueno para la promoción del evento en los medios. El martes, en la Caja Mágica, sólo los taxistas se frotaban las manos. La novatada ya está pagada. Ahora, el organizador debe buscar soluciones de futuro: adelantar los horarios, rebajar el número de equipos, distribuir en más pistas o en más sedes... Por un tenis sin ojeras.