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El Slavia es un equipo de autor que juega por encima de su calidad

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Una propuesta atrevidísima. No es fácil determinar el esquema táctico que utiliza el Slavia. Hay mucho intercambio de posiciones, roles muy diferentes según la fase del juego y persecuciones a rivales a zonas alejadas. Lo que es evidente es que se trata de un planteamiento osado que pretende ahogar al rival en la salida y robar mucho en campo contrario. Si le funciona, es capaz de dominar partidos ante adversarios superiores, como ocurrió frente al Inter en San Siro (1-1). Pero si el rival consigue superar esa presión, puede disfrutar de muchos espacios, como supo explotar Achraf con su doblete en la victoria del Dortmund en Praga (0-2).

Mejor como colectivo que en individualidades. Lo llamativo del Slavia es que se atreve a plantear los partidos como un equipo grande pese a no contar con jugadores excepcionales en cuanto a calidad técnica. Tiene a algunos de buen nivel, como Stanciu o Soucek, pero su comportamiento grupal está muy por encima del resultado que daría la suma de las cualidades de sus integrantes. El mérito es de Jindrich Trpisovsky, un entrenador que ha llegado a la cima en su país pese a no haber sido futbolista tras ir subiendo escalones gracias a su meticuloso trabajo táctico. En su primera campaña íntegra al frente del Slavia logró el primer doblete de liga y copa del club desde 1942, aún en tiempos de Checoslovaquia.

Soucek, el llegador posicional. Si innovadora es la idea colectiva, también son poco ortodoxos los comportamientos de sus jugadores. En especial, el de Tomás Soucek. Este medio centro aúna dos características que en principio son contradictorias: aporta equilibrio defensivo incrustándose entre los centrales para ayudar tanto en la salida de balón como en las coberturas cuando algún defensor ha salido a anticipar y alcanza posiciones de remate con facilidad. La temporada pasada acabó como máximo goleador del equipo en la liga checa. Es poderosísimo en el juego aéreo ofensivo y posee un buen golpeo desde la frontal.

Stanciu es el más talentoso. Fue el fichaje del verano en la República Checa. Aunque lo contrató procedente del Al-Ahli de Arabia Saudí, el media punta rumano había jugado en el eterno rival del Slavia, el Sparta, hasta el mes de enero de este mismo año 2019. Internacional con Rumanía y antigua figura del Steaua de Bucarest, su golpeo a balón parado es formidable, así como su capacidad para asistir. Baja a buscar la pelota a campo propio cuando el equipo inicia el juego y presiona muy arriba cuando es el oponente el que tiene el balón. Puede actuar tirado a un costado y su polivalencia es idónea para el intercambio de posiciones permanente que propone Trpisovsky.

Les falta un nueve de nivel. Su superioridad es tan exagerada en la República Checa que no necesitan disponer de un delantero centro con un gran ratio de acierto para liderar la liga local. Pero en Europa éste es, sin duda, su gran déficit. Ni Skoda ni Tecl ni Van Buren son letales. De ahí que a menudo use al nigeriano Olayinka, que es un extremo, como hombre más adelantado.