La siembra de Andrés Gimeno
La sociedad actual se mueve tan deprisa, que apenas queda tiempo para mirar atrás, para pararse a pensar de dónde venimos, para recordar a aquellos que pusieron los cimientos y los primeros ladrillos que construyeron el edificio donde ahora habitamos. Cada vez es más frecuente rememorar a los precursores sólo cuando se van, cuando se convierten en una foto en blanco y negro con las fechas del nacimiento y del último adiós. Este miércoles nos dejó Andrés Gimeno, un pionero del tenis español, el primer profesional de la raqueta, un mes y medio después de que lo hiciera la esquiadora Blanca Fernández Ochoa, una pionera del deporte femenino y del olimpismo españoles. Los dos aportaron días de gloria como deportistas... Y los dos vivieron sus últimos años en una inmerecida precariedad.
Hoy disfrutamos de Rafa Nadal, el mejor de siempre, pero mucho antes estuvieron otros, con Manolo Santana a la cabeza, el primer ganador español en Wimbledon, Roland Garros y US Open. Gimeno era su coetáneo, en una época con un deporte muy diferente, que aún establecía una barrera entre un amateurismo maquillado y el profesionalismo. El barcelonés optó por la segunda vía, que le impedía disputar los Grand Slams y la Copa Davis. Aun así, la Era Open se abrió a tiempo para que pudiera coronarse en París en 1972 con 34 años y 10 meses, el campeón más viejo, un récord que mantiene. A lo que no llegó fue a las finales de la Davis de 1965 y 1967. Santana siempre sostuvo que, con Gimeno, alguna Ensaladera hubiera viajado a España.
Su voz sí estuvo presente en la conquista de la primera, en 2000, como comentarista de TVE. Desde el micrófono vio triunfar a Arantxa, a Conchita, a Bruguera, a Ferrero, a Costa, a Corretja, a Moyá... Algunos habían pasado por su Academia. Hoy todavía se recogen frutos sembrados por Andrés Gimeno. Descanse en paz.