Carolina y Lydia, dos ejemplos olímpicos

El deporte femenino español nos ha devuelto en los últimos días a la primera plana a dos de sus nombres más gloriosos y ejemplares, a dos mujeres que brillaron en los últimos Juegos y que pretenden hacerlo en los siguientes, un desafío que les ha colocado baches por el camino. Me refiero a Carolina Marín, que el domingo ganó en China ocho meses después de una grave lesión, y a Lydia Valentín, que este miércoles subió al podio del Mundial con una plata y un bronce, tras una temporada con altibajos.

A finales de enero, Carolina se rompió el ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha, un contratiempo que puede condicionar el futuro de cualquier deportista. La andaluza se enfrentó a la adversidad con entereza, no dejó de entrenarse ni un día, dentro de sus limitaciones, y ha retornado más fuerte: “Ahora tengo otra cualidad: la paciencia”. En su segundo torneo tras su reaparición, Carolina ha alzado el título ante una rival, Tzu Ying Tai, con la que tenía un balance en contra (7-11) y que empezó con victoria en el primer set. La remontada fue marca de la casa: Carolina Marín.

El caso de Lydia es diferente, pero navega en la misma esencia. La levantadora viene de dos temporadas magistrales, en las que conquistó el Mundial y el Europeo y fue designada la Mejor del Mundo. Este año no ha podido revalidar ninguno de esos títulos, pero tampoco se ha bajado del podio. Ha sufrido algún problema físico durante el curso, ha tenido que tirar del freno para no quemarse en exceso a sus 34 años, ha competido en una categoría superior para no someterse a esfuerzos extras... Y, con todo, se ha quedado a un solo kilo del oro. “Hay que aflojar un poco para coger impulso de nuevo”, admite la berciana, que ha incorporado a su equipo a un preparador y a un psicólogo para seguir competitiva.

A diez meses de Tokio, Carolina y Lydia son dos grandes ejemplos olímpicos.