Carolina Marín lo lleva tatuado
Carolina Marín colgó un mensaje y una foto en las redes sociales después de la operación de su grave lesión. “Día uno”, escribió. En la imagen se la ve sobre una camilla, sonriente, con la pierna derecha inmovilizada y con el puño izquierdo levantado. Si nos fijamos bien en ese brazo podemos deducir dónde está la meta de esa larga carrera que inició este martes. Carolina tiene tatuados los aros de los Juegos en su muñeca. La campeona olímpica en Río 2016 debe mirar a Tokio 2020. Ahí es donde llevan los plazos de su difícil recuperación. Sus doctores Pedro Guillén y Tomás Fernández pronostican siete meses para el alta médica, pero eso es una cosa, y otra muy diferente es retomar el nivel competitivo para volver a codearse con las principales raquetas del bádminton mundial. Para eso, el periodo estimado se prolonga a un año.
La triple campeona del mundo comienza un camino en el que cualquier precipitación para acortar plazos puede ser fatal. A su recuperación ayudará que la lesión ha sido limpia, sin el menisco y los cartílagos afectados, pero sobre todo su mentalidad ganadora y su afán de superación, ese mismo espíritu que ha llevado a una deportista andaluza a reinar en un deporte dominado por asiáticos. “Toca prepararse para la batalla más difícil, pero no tengo dudas de que volveré más fuerte”, dijo el día antes de entrar en el quirófano. Su lema de ‘Puedo porque pienso que puedo’, que tantos éxitos le ha dado en la pista, también es aplicable a la dura travesía que se le presenta por delante. Los Juegos Olímpicos se inaugurarán el 24 de julio de 2020. Falta un año y medio. Hay tiempo. Carolina piensa que puede. Lo lleva tatuado.