El calculador Messi hace tambalear los cimientos del Barça

La confidencialidad de su contrato. La magnífica y oportuna entrevista de Sport a Messi dejó unas reflexiones de un enorme calado, por mucho que se intenten teñir de normalidad. No es casual ni el medio elegido para explayarse, ni el momento, ni los mensajes cristalinos que deslizó la estrella y capitán del equipo azulgrana. La crítica más evidente fue hablar de la confidencialidad de su contrato, tras la noticia de El País, de que puede ser rescindido de manera unilateral por el argentino al final de cada temporada. Esa filtración de una cuestión tan delicada genera una incertidumbre alrededor de su futuro y la sensación de una espada de Damocles en el barcelonismo, que no esperaba imaginarse tan pronto un futuro sin Messi. La dichosa cláusula existe desde 2017. A su indiscutible amor a unos colores, hay un pero, la necesidad de ganar la Champions y todo lo que ello conlleva.

El amigo Ney. Más allá del frustrado deseo de volver a jugar con Neymar, sería el colmo que, en lugar de en el Barça, se acabasen juntando en el PSG, cuando Mbappé empieza a asomar en las portadas de los medios catalanes. Messi visualiza que la llave para volver a ver un Barça campeón de Europa es el brasileño, porque hace falta marcar fuera de casa en todos los partidos, jugadores que no se arruguen lejos del Camp Nou cuando lleguen las curvas en la Champions. Messi, como el aficionado, habla en clave fútbol. Sin embargo, a Bartomeu no le salen los números. La tensión de tesorería es desmesurada. Con los préstamos solicitados para pagar el fichaje de Griezmann ya se pisaron todas las líneas rojas.

A propósito de Antoine. Messi intentó darle tinte de normalidad a la poca relación con Griezmann, pero no parece muy normal que el capitán del equipo no se haya preocupado de manera más cercana por la llegada del fichaje del año. No haber hecho la pretemporada juntos o tener que trabajar a otro ritmo por la lesión no debería ser óbice para mostrarse más cercano. Hasta Griezmann aseguró haber emulado al argentino en los entrenamientos con su gol al Betis, cuando casi no han trabajado juntos. De tanto desear a Neymar, Messi se olvidó de hacer un guiño al que anhela sentarse en su mesa y al que tiene que cubrir ese hueco, al menos dentro del campo. Solo con la mitad de cariño del que ha mostrado con Neymar ya sería suficiente.