Claver nos marca el camino
Hay victorias que no garantizan el podio, ni siquiera son vitales en la ruta hacia la gloria en un gran campeonato, y, sin embargo, pueden llegar a ser más importantes que el éxito final. Conquistas que dejan una huella indeleble en el tiempo, como cuando Pau Gasol devoró a Francia en territorio comanche, triunfos capaces de marcar a toda una generación de jugadores y también de aficionados. Victorias que nos traen a la memoria gestas pasadas, aquello, por ejemplo, de “España está aplastando a Yugoslavia por 20 puntos arriba” de Los Nikis. Una canción que no dejó de sonar tras el pelotazo olímpico de Los Ángeles 84. Un poco de todo lo anterior es lo que ha conseguido este domingo la Selección ante la temible Serbia, el ogro del campeonato hasta esta inopinada derrota que le manda por el lado del cuadro donde teóricamente avanzará Estados Unidos.
Los de Djordjevic no habían perdido ni un solo cuarto en lo que iba de Mundial. Y más allá, andaban invictos desde que arrancaran su preparación en julio. Pues bien, España, en un partido memorable del colectivo, con Scariolo dando una lección táctica y de prestancia, supo minimizar los defectos propios y potenciar los ajenos para lucir al máximo cada una de sus virtudes.
Encaró el choque incluso sabiéndose inferior en talento bruto a su adversario, y aceptarlo no es comulgar con la derrota, sino saber jugar la mano de cartas que te ha tocado. Pasó así de lanzar el gancho para no perder el ritmo feroz de Serbia a neutralizar al adversario con sus variantes defensivas, incluidas diferentes zonas que catapultaron a la Selección. Apunten ahí un parcial de 20-5 que borró el 11-20 del inicio. Un desafío para tipos inteligentes.
España abrumó en el segundo cuarto (32-17), pero es que también ganó el tercero (22-19) y el último (14-13), que fue agónico pese a la ventaja. La defensa, con un Rudy sublime y un Claver antológico, absolutamente decisivos en lo suyo, hizo volar al equipo también en ataque. Jokic, impotente, acabó descalificado y Serbia se olvidó de alimentar la fuerza del grupo y se echó en brazos de Bogdan Bogdanovic (26 puntos y a 4 asistencias del triple-doble). Un fuoriclasse, aunque insuficiente para doblarle el brazo a un bloque con mayúsculas. Ahora toca Polonia en cuartos y toca otra vez a galeras a remar: Claver nos marca el camino.