España es un viejo zorro
“No me engañáis, España siempre hace lo mismo”, le decía Djordjevic, seleccionador serbio, a los periodistas patrios horas antes del duelo ante Italia. Lo sabía Sasha y lo sabían los jugadores españoles: en el día D y en la hora H, la Selección iba a competir como lo hizo siempre en este siglo aunque le falte mucho del talento de antes. Iba a pelearlo aunque su gran referente, Marc Gasol, llevara 0 puntos en el minuto 39. Incluso aunque Ricky Rubio, el director de orquesta, extraviara siete balones en un actuación con luces y sombras, pero indiscutiblemente de menos a más.
Ganó España, y venció Scariolo. Lo hizo el equipo, que bajó al barro como se lo veíamos hacer a la Italia de otra época. La Selección respondió como un bloque compacto a la salida en tromba de los azzurri y por eso se rehízo del intimidante 5-15 adverso. En pleno carrusel de pérdidas, Llull tomó el mando y acaudilló la reacción tras salir desde el banquillo. Completó unos últimos cinco minutos del primer cuarto de fábula, con siete tantos que pusieron en pie a España. Un líder. Y luego mostró su mejor versión defensiva en años, coraje e inteligencia para empujar al NBA Belinelli al naufragio.
El 0 de 6 en triples del de los Spurs condicionó el 4 de 20 de Italia. El primer clavo en el ataúd transalpino, porque con un acierto del 20% en el tiro de tres los de Sacchetti quedaron desarmados. Claver y Rudy, frente a Gallinari, Datome o quien fuera, completaron una labor magnífica. También Pau Ribas. La aparición ofensiva para solventar el día gris de Marc corrió a cargo de un osado Juancho Hernangómez. Se le esperaba para cosas así y aún se le aguarda para mucho más.
Esta España no vuela como antes ni es un prodigio del baloncesto de ataque. No, ahora es otra cosa: un viejo zorro que siempre aprovecha su oportunidad. Había que competir y... ganó. Djordjevic ya lo sabía. Polonia o Argentina en cuartos, hay luz en el túnel. A ver.