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Vuelve la Champions. Se acabó el culebrón, Neymar jugará en el Bernabéu. Pero de rojo y azul, con el PSG, como hace año y medio en aquella Champions que ganó el Madrid. Buen futbolista, podría curar algunas “urgencias”, aunque, como advierte el Vademécum de algunos medicamentos, con muchas contraindicaciones y alto riesgo de efectos secundarios.

Durante más de 30 años de travesía del desierto, escuché a menudo que sí, que éramos el club con más títulos, seis, pero en blanco y negro. A los ateos de aquella época gloriosa les hablaré sólo de lo que ha pasado después y se quedarán en blanco. Llegó la Champions, con nuevo formato y en color, y el Madrid ha ganado siete, como los colores del arcoíris. Y no es que sea el equipo con más Champions, que lo es, es que el Real Madrid tiene más que las que suman todos los clubes de cualquier otro país. Todos los equipos italianos suman cinco Champions, logradas por Milán, Inter y Juve. Los ingleses también cinco, conseguidas por el Liverpool, Manchester United y Chelsea. Y tres, del Bayern y Dortmund, suman los teutones. El Madrid es también el rey de Europa en color, a todo color.

El Real Madrid con la Champions 2018.
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El Real Madrid con la Champions 2018.KAI PFAFFENBACHREUTERS

Sería lógico que la orejona fuera más deseada por los equipos que no la han ganado nunca, entre ellos Atlético de Madrid (el fútbol le debe una), Arsenal, Roma, Valencia (dos finales consecutivas) y otros muchos grandes equipos que luchan por conseguirla. Hay, sin embargo, una pasión insuperable, una conexión especial con el mejor torneo de clubes, que transforma al madridismo. El Bernabéu es completamente distinto cuando suena el himno de la Champions: “Estos son los mejores equipos, los maestros, estos son los campeones”. Esa camiseta blanca, ese escudo y el espíritu de leyendas como Di Stéfano, Puskas, Gento, Amancio, Hierro, Raúl, Casillas o Cristiano crean un ambiente de máxima excitación. Es la magia de las noches de Champions que, como dice la canción Colours, del cantautor escocés Donovan, “es en ese momento, cuando la quiero más que a nada”.

Y los últimos colores, repletos de sonrisas, son Blanca, como su nieve, y los de un chirigotero grande, que llenó de esperanza cada rincón, cada escalón de su Carranza. RATATATATATA RATATATATA. "Me han dicho que el amarillo"…