Goodbye Lenin
En lugar de al entrañable abuelete del anuncio de fabadas que preguntaba si el Madrid era otra vez campeón de Europa, el comienzo de temporada del equipo de Zidane me ha recordado a la película 'Goodbye Lenin'. Me explico: imaginen a una aficionada madridista que haya despertado ahora del coma después de tres meses. Pues bien, a su familia -al contrario de la de la película- no les costaría absolutamente nada convencerla de que todo está como antes si le enseñan los tres primeros partidos de Liga que ha disputado su equipo.
Esto es más de lo mismo. Las sensaciones que transmite el Real Madrid son idénticas a las de la pasada campaña; un equipo plano, sin vigor ni ideas, con Benzema chutando al palo, un par de galopadas y chispazos de Bale y una empanada mental defensiva que ejemplifica mejor que nadie Sergio Ramos y sus 'chavales, aquí mando yo' para terminar perdiendo la pelota cuando menos te lo esperas. Todo lo hemos visto ya antes. Los mismos jugadores, la misma debilidad, la misma falta de fútbol, la exasperante ausencia de gol. Hasta la morriña por Cristiano permanece intacta, como si no hubiera transcurrido el tiempo ni servido para nada los 300 millones de euros invertidos en fichajes. Eso sí, la familia tiene de aquí al 18 de septiembre para seguir manteniendo en la inopia a la pobre aficionada porque ese día está previsto que se dispute el primer partido europeo y entonces descubrirá estupefacta que Keylor Navas, el portero de las tres Champions consecutivas, juega ahora en el PSG.
Encima, lo más desesperante no es el déjà vu, sino la escasa ilusión que genera el equipo y la resignación con la que se está digiriendo que Zidane diga después de empatar ante el Villarreal que "lo importante es no perder" sabiendo, como sabían, que el Barça la había pifiado en Pamplona. Pensándolo mejor, no es que la vida siga igual en el Real Madrid, sino que ha ido a peor. Porque esta película ya la hemos visto, sabemos cómo termina y no tiene precisamente un final feliz.