Modric, Molina y los golpes al talón
Aún estaba en las tertulias la expulsión de Modric, que a todos pareció exagerada, cuando se produjo en el Metropolitano la de Molina en jugada del mismo tipo. El sábado advertía Iturralde en AS que los árbitros habían sido instados este verano para que fueran más severos con los golpes al talón. Y ha pasado lo que pasa en estos casos año tras año: que salen como motos con la jugada de turno y en las primeras jornadas organizan una escabechina. Luego se les va pasando y todo vuelve a su ser. Desde luego que las entradas al talón son peligrosas y perseguibles, pero estamos ante dos casos de golpe involuntario, sin saña ni daño.
Estas dos expulsiones serán el mayor recuerdo que deje esta primera jornada, junto al golazo de Aduriz, la resurrección de Bale, cuyos delitos de omisión han sido borrados, y la jugada de João Félix en el partido que echó el telón, terminada en un penalti que Soria le paró a Morata. Una jugada brillante y tremenda al alcance de muy pocos jugadores y que le confirma, ya bajo el fuego real del campeonato, como la gran novedad de LaLiga para este curso. Pena que no mucho más tarde se tuviera que marchar lesionado. Y pena que con él o sin él Simeone insista un año más en su modelo siderúrgico. Ya tiene jugadores para otra cosa.
Por lo demás, hay que celebrar que finalmente no pudieran jugar los que arrastraban suspensión del curso pasado. Era una ocurrencia absurda que sólo sirve para hacer impunes los delitos de la última jornada. Otro sentido tiene dejar pasar limpios a los jugadores a las semifinales de los torneos de sistema copa, a fin de evitar que alguien se pierda una final por una tontería. Pero aquí no es el caso, y me da la sensación de que Rubiales, que anda embalado, ha montado una batalla absurda, en la que ha arrastrado al oprobio a Mariano Soriano, director general del CSD. Rubiales tiene que medirse o acabará convertido en un figura ruidosa y extravagante.