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El Madrid y la presión del directo

Los periodistas de radio y televisión saben bien hasta qué punto influye la presión del directo. En cierto modo, los ‘plumillas’ también, porque cuando hay una prisa irremediable para evacuar el artículo la mente funciona mejor. En eso pensaba yo cuando vi al Madrid ganar con holgura en Vigo, después de una pretemporada depresiva e infumable. Cuando se acabaron los ensayos y llegó la verdad, el Madrid, por jerarquía y jugadores, ganó en Vigo pese a jugar casi medio partido con diez. “Tenemos un equipazo”, había dicho Zidane, y resulta que eso fue lo que vimos en Balaídos.

Misterios del fútbol. Mejor si se va hoy que mañana, había dicho Zidane sobre Bale, pero empezó LaLiga, fue titular, dio el primer gol en una gran jugada y lució, al menos en el primer tiempo, quizá animado por el brillante césped de Balaídos, con su húmedo brillo de campo de golf. Con él levantando la primera bandera, todos estuvieron a lo suyo. El equipo que tanto había concedido atrás en los amistosos, estuvo casi impecable en esta primera prueba ‘en directo’. Cuando hubo algún descuido, lo corrigió el VAR o lo corrigió Courtois. El Madrid sólo encajó al final, tras el 0-3, a partido hecho.

El Celta hizo lo suyo, pero ni tenía a un Bale para inventar el primer gol, ni a un Kroos para marcar el segundo ni a un Benzema para sacar de la chistera el tercero, con una maniobra gloriosa. A igualdad de entusiasmo, los once mejores ganan a los once de enfrente. El mismo Madrid depresivo que el curso pasado aburrió primero y se arrastró después. Contra todo pronóstico y contra el diseño planeado por Zidane (¿será la presión del directo?), el Madrid soltó un partido solvente... a las pocas horas de la derrota del Barça en San Mamés. Agua bendita para redimir los pecados de la pretemporada.