JUAN GUTIÉRREZ

EE UU-España, ¡qué recuerdos!

El balance es rotundamente favorable a la selección norteamericana (24-4), lógico, pero nuestro baloncesto creció hasta en la derrota.

Paul George y Pau Gasol se abrazan tras las semifinales de Río 2016.
MORENATTI
Juan Gutiérrez
Subdirector de polideportivo. Ha desarrollado toda su carrera en AS desde 1991. Cubrió dos Juegos Olímpicos, siete Mundiales de ciclismo y uno de esquí, 12 veces el Tour y la Vuelta, seis el Giro… En 2007 fue nombrado jefe de Más Deporte, puesto que ocupó hasta 2017, cuando ascendió a subdirector en las áreas de Motor, Baloncesto y Más Deporte.
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La actual selección de Estados Unidos es poco intimidante. Tampoco la de España es la que era. Aun así, cada duelo entre ellas resulta especial, nos refresca entrañables recuerdos. El balance es rotundamente favorable a EE UU (24-4), lógico, pero nuestro baloncesto creció hasta en la derrota. La primera imagen me llega de Colombia, de un triunfo en el Mundial de 1982 ante Rivers y Pinone, que puso a la Selección en el mapa, con un cuarto puesto. Eran los discípulos de Díaz Miguel, aquella generación estelar de Epi, Martín y el añorado Sibilio... Sí, Sibilio jugó aquel día y metió 21 puntos. Luego cambió los Juegos de Los Ángeles 1984 por la liga dominicana y se perdió la plata olímpica ante Jordan, Ewing, Mullin... Quien sí estuvo fue Beirán, cuyo hijo comparece hoy en Anaheim. De Hollywood a Disneylandia.

En las cuatro últimas ediciones de los Juegos también nos hemos cruzado con Estados Unidos, dos de ellas en la lucha por el oro, siempre con marcador adverso, a veces apretados. Era la quinta de Pau Gasol contra la de LeBron James. Calidad rebosante. La espina de Gasol, y de Navarro, y de Garbajosa, y de Marc, y de Felipe, y de Calderón, y de tantos brillantes españoles, es que en pleno esplendor, en paralelo a un título mundial y a tres coronas europeas, no pudieron tumbar al gigante americano. Aunque nunca le perdieron la cara. En realidad, sí hay un combate del que salieron victoriosos y no deberíamos olvidar. Fue en aquella final de Lisboa en el Mundial de 1999. Los Juniors de Oro. Allí arrancó todo, allí empezamos a soñar en voz alta. Ya sólo sobrevive algún rescoldo. Y los recuerdos, claro.

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