Neymar, aun con su padre y con sus 'tois' como acompañantes, es el fichaje
Fuera de serie. Hubo un tiempo no muy lejano en el que el balón pesaba más que la báscula, que el talento natural se valoraba tanto o más que el profesionalismo, que un ser humano dotado de un don natural llenaba los ojos y rellenaba las almas futbolísticas, marcaban épocas y pasaban al imaginario de sus aficiones como lo mejor que habían visto. Eran los niños que llevamos dentro en campos profesionales. Futbolistas deliciosos. Que levante la mano el que no haya disfrutado, aunque sea viéndolos por Youtube, de Maradona, de Mágico González, de Juanito, de Djalminha, de Romario, de Ronaldinho… Neymar es de esta especie, un virguero con vida desordenada, más allá del fútbol, un ecosistema que necesita para sentirse feliz, para sentirse humano, con sus caprichos y sus muchísimos errores.
El pack del brasileño. Todo el mundo sabe que para saborear al Neymar futbolista hay que lidiar con su "pai", admitir el cumpleaños de su hermana como día de asuntos propios y a los famosos tois como parte del entorno. Aún con todo eso, Ney es un jugador que se sale de lo normal, que te cambia el plan de negocio, que te dota de otra dimensión. Después de su travesía del desierto por el PSG, el próximo Neymar tendrá ganas de volver a ser el jugador descomunal que fue, por mucho que algunos le quieran poner la vitola de exfutbolista. De todos los jugadores con posibilidad de cambiar de clubes, Neymar es el fichaje.
Una duda razonable. La única variable, más allá de la económica, que puede hacer replantearse un fichaje así tiene que ver con la variable física. Esta temporada Neymar sólo ha jugado la mitad de los partidos y sus recaídas han sido preocupantes. En plenitud, es el jugador más determinante del planeta después de Messi y Cristiano Ronaldo, con varios cuerpos de ventaja sobre el resto. Otra cuestión es pasar a la historia como alguien ejemplar.
El espejo de Fernando Torres. La retirada del Niño nos hace un poco más viejos y, por tanto, más nostálgicos. Fernando Torres marcó un antes y un después en la historia del fútbol español, eso lo dice su currículo, pero, entre gol y gol, nos regaló lecciones de vida, de saber estar, nos conmovió con su sentido de pertenencia, siempre reivindicando la importancia de la educación y del barrio. Una persona admirable es mucho más que un futbolista extraordinario.