La Corea unida y el dopaje taponan a Madrid
José Luis Martínez-Almeida y sus socios municipales quieren desempolvar la aspiración olímpica de Madrid, que ya impulsaron sin éxito sus predecesores populares con las candidaturas de 2012, 2016 y 2020, que chocaron una y otra vez contra los gustos discrepantes de los miembros del COI. Ahora la mirada apunta al lejano 2032, una vez que los Juegos ya están asignados a París 2024 y Los Ángeles 2028. Como suponemos que el alcalde está bien asesorado, alguien le habrá informado ya de que para ese 2032 tocará competir contra una candidatura unificada de Corea, que avanza firme con el traslado de la propuesta al Comité Olímpico Internacional y con la elección de Seúl como ciudad del Sur, a la espera de que Pyongyang se anuncie en el Norte. El simbolismo político de esta iniciativa seduce a Lausana. Y mucho.
Martínez-Almeida también sabrá que una de las principales razones que tumbaron a las candidaturas de Madrid fue la desconfianza internacional en la política antidopaje española, cuya imagen ha empeorado después de la sentencia del TAD que deja en suspenso el pasaporte biológico y, en consecuencia, sitúa a España en incumplimiento del Código Mundial. También habría que volver a calibrar el consenso social, que siempre fue amplio en las anteriores intentonas, después de contemplar durante años obras sin terminar como ese esqueleto de 120 millones de euros vecino al Metropolitano que iba a acoger el Centro Acuático, o el abandonado Parque de la Gavia. Cualquier madrileño querría ver unos Juegos en su ciudad, sin duda, pero de nada servirá generar falsas esperanzas si no se acude con garantías de ganar.