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RAÚL ROMOJARO

25 años sin Senna

"De lo que no me cabe duda es de que hoy recordamos el fallecimiento del deportista más carismático y especial que jamás ha dado la F1".

Uno empieza a tomar conciencia de que se va haciendo mayor cuando, además de la aparición de ciertos achaques, acontecimientos trascendentales de la vida empiezan a quedar lejos en el tiempo. Nada menos que 25 años han pasado desde que Ayrton Senna, mi gran ídolo automovilístico desde niño, perdió la vida en el circuito de Ímola. Sin embargo, recuerdo aquel fatídico domingo con una claridad que evidencia lo mucho que me marcó semejante tragedia. Estaba sentado delante de la tele, viendo la carrera de Fórmula 1 y no podía dar crédito a lo que sucedía. Entonces ya trabajaba en el AS y salí a toda prisa hacia la Redacción, todavía sin asumir lo que acababa de ocurrir en la pista italiana. No era posible, la vida de Senna no podía terminar así, todo parecía una broma macabra...

Pero no. Era tan cierto como terrible y Senna se marchó sin llegar a demostrar hasta dónde le hubiera aupado su talento descomunal. Para mí fue el mejor piloto de la historia de la F1, hablo en pasado porque con los años he comprendido que las comparaciones entre épocas tan diferentes quizá carezcan de sentido. De lo que no me cabe duda es de que hoy recordamos el fallecimiento del deportista más carismático y especial que jamás ha dado este deporte. Un personaje rodeado por ese halo que distingue tan sólo a unos pocos elegidos y que el brasileño combinó con una pasión por el automovilismo que le hacía incluso más extraordinario. De ahí que muriese un piloto para nacer una leyenda. Nunca le olvidaremos...