La Premier como salvaguarda del sistema
Los que acarician la idea de quedarse el fin de semana para la competición europea y relegar las ligas nacionales a días laborables ya han metido un pie en el resquicio de la puerta. A la chita callando, en la Champions femenina, que es de UEFA, se empieza a hacer. El Barça jugará sus semifinales contra el Bayern en fin de semana. Eso produce trastorno aquí, porque en esos dos domingos termina el campeonato nacional, la clasificación está apretada y lo suyo sería que el Barça jugara sus partidos de las dos últimas jornadas en consonancia con el Atleti. Es una patata caliente para la Federación, que tanto reclama la tutela de la Liga femenina.
No es nuevo de este año, ya se hizo el curso pasado, pero como no estuvimos con ningún equipo en las semifinales, no reparamos en ello. Ahora sí. Y eso recuerda la amenaza latente de ese grupillo de agnellis y florentinos que de forma taimada va conspirando para quedarse con los fines de semana para su nueva Superliga. Empieza a parecerles asfixiante la vida en sus viejas ligas nacionales. Quieren crear un campeonato exclusivo, imaginan un futuro de grandes estadios, cerrados primero a la lluvia y más adelante a los clubes menores, con los que ya no tienen el menor interés en cruzarse. Y tienen a Ceferin de mayordomo.
Pero la Premier no está en eso. La Premier valora su campeonato con la misma fuerza con que los ingleses veneran todas sus tradiciones. Para ellos, como para mucha gente, las cosas están razonablemente bien ahora: un gran campeonato nacional, con arraigo, rivalidades y gran explotación televisiva, y una Champions a la que ya no va sólo el campeón, como en origen, sino hasta cuatro de los grandes países, entre los que está Inglaterra, como está España. Son la salvaguarda del ‘statu quo’ porque empezar esa fantasía sin los dos de Manchester, los tres grandes de Londres o el Liverpool es impensable. Su comunicado llega muy a tiempo.