Con el VAR hay menos victorias caseras
Puede ser una curiosidad, pero en esta primera temporada del VAR el número de victorias caseras se ha reducido drásticamente: del 47 % de la temporada pasada, que venía a estar en línea de lo que ocurría desde los años 80, a un 41%. Jamás en la historia de este campeonato, que ya cumple noventa años, el porcentaje de victorias caseras había sido tan bajo. Es difícil achacarlo a otra circunstancia que no sea el menor condicionamiento ambiental de los árbitros, que ahora viven con la cobertura del VAR. De hecho, ha habido más rectificaciones a favor del de fuera que del de casa, aunque no en proporción escandalosa. Pero, antes de eso, el árbitro se siente menos intimidado.
El porcentaje de victorias caseras ha tendido a disminuir desde el inicio del campeonato. No es una cuestión que los expertos atribuyan al arbitraje, aunque siempre se ha contado en este aspecto con el condicionamiento ambiental. Pero cuanto más echamos la vista atrás, más alto ha sido el porcentaje de victorias caseras (el récord está en la temporada 1933-34, con un 78%). Los viajes antes eran muy penosos, los autocares con asientos de gutapercha, de olor tóxico, saliendo el viernes temprano, haciendo noche en el camino. Media hora caminando por la cuneta tras la comida, para mover las piernas. Así se iba de Barcelona a Sevilla, o de Vigo a Valencia, o de a de...
Cuando los viajes empezaron a ser más piadosos, y ahora lo son en extremo, se redujo la desproporción de resultados de casa a fuera. La línea del porcentaje de victorias caseras del 50% fue quedando atrás desde los años 90 (ya en la temporada 1984-85 hubo una rara excepción, con el 42%) y siguió una tenue bajada. Pero he aquí que en un sólo año del VAR, ha bajado seis puntos desde el curso precedente, hasta este récord histórico, un 41%. Algo habrá influido el nuevo sistema. El árbitro se puede sentir ahora más suelto al adoptar decisiones, porque sabe que cuando sean repudiadas la culpa se trasladará a la revisión de sus asesores del cuarto del VOR.