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Madrid-Barça: 95-51-95. Ese empate...

Ahi está: 95-51-95. No son las medidas de una estrella de Hollywood de los cincuenta, cuando se ponderaba a las actrices por su silueta, a despecho de otros talentos. (La de Mae West inspiró el diseño, aún válido, de la botella de la Coca-Cola). Ese 95-51-95 del que hablamos hoy refleja el empate perfecto entre el Madrid y el Barça, o al revés, para quien prefiera, en partidos oficiales desde que ambos se enfrentan, lo que data de 1902, justo cuando la creación del Madrid, tres años más joven que su rival. El primero lo ganó el Barça, en Madrid, en la Copa jugada por la mayoría de edad de Alfonso XIII, antecedente firme de la Copa.

El último también lo ha ganado el Barça, hace nada y menos, y de nuevo en Madrid. Pero entre uno y otro se extiende una larguísima y preciosa historia, que ha sido la hormona de crecimiento del fútbol español, y no sólo de él. Hace ya mucho que estos dos superclubes instalaron un segundo frente en el baloncesto, en el que invierten generosamente y provocan de cuando en cuando truenos como el del otro día. En torno a ellos crecieron las quinielas, que durante muchos años han sido una gran fuente de dinero para todos los deportes. Y ahora LaLiga, que también riega por aquí y por allá, mientras una ley atolondrada no lo impida.

Por su gusto o no, se les adjudicó hace mucho la representación o bandería de las dos concepciones del Estado en torno a las cuales discutimos incesantemente. El Madrid representaría el ideal centralista, el Barça, las aspiraciones federalistas. Curiosamente, tras tantísimos partidos, Copa, Liga, competición europea, calor, lluvia, campo pelado, días, noches, trenes o aviones, finales o partidos menores, están empatados. Curiosa metáfora. Por supuesto que nadie pensó nunca que esto se dirimiera en partidos de fútbol del tipo de lo que ahora llamamos Clásicos, pero no deja de ser un significativo dato que ni ahí...