Garbiñe Muguruza y la extraña pareja

El Abierto de Australia ya está en marcha. Esta madrugada debuta Rafa Nadal y en la próxima lo hará Garbiñe Muguruza. No sabemos qué Garbiñe nos encontraremos en este primer Grand Slam. Sus resultados previos dicen poco: de los cinco partidos que ha disputado, entre oficiales y exhibiciones, perdió los tres iniciales y ganó los dos siguientes antes de retirarse por problemas físicos. Sería precipitado lanzar conclusiones. Su última imagen del curso pasado sí fue preocupante, cuando su entrenador, Sam Sumyk, soltó en plena pista y con las cámaras de testigos un “que te jodan” que sonaba a divorcio. No era su primer escándalo público. La relación parecía muy deteriorada, a la par que los resultados caían en picado: la hispano-venezolana empezó 2018 luchando por el número uno y lo terminó en el puesto 18 de la WTA.

Sin embargo, Muguruza y Sumyk siguen juntos. Sólo ellos dos y su entorno sabrán por qué persiste la extraña pareja, si la bronca es constante y el rendimiento se ha desmoronado. Garbiñe llegó a la final de Wimbledon 2015 con Alejo Mancisidor, que la formó durante cinco años hasta romper ese verano, con ella sexta del mundo. La española había fichado por IMG, que impuso a Sumyk, un entrenador de prestigio que había conducido a Azarenka y Zvonareva. Con el francés conquistó Roland Garros 2016. Al año siguiente fue Conchita Martínez quien la dirigió en Wimbledon 2017, donde el bretón se ausentó por el nacimiento de su segundo hijo con la extenista Meilen Tu, agente de IMG. Todo queda en casa. Sumyk ha sacado frutos de Garbiñe, pero también otros técnicos. La continuidad sorprende. El tiempo dirá.