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La frustración de Rafa Nadal

Rafa Nadal abrió este 2019 con unas declaraciones en el medio oficial del ATP 250 de Brisbane en las que se lamentaba de lo “muy frustrante”  que resulta “estar lesionado tanto tiempo”. Ese tiempo al que alude totaliza más de tres años si sumamos todos sus periodos de baja en las 16 campañas que acumula en activo. Una barbaridad. Como si fuera una premonición, Rafa comunicó justo al día siguiente que renunciaba al torneo, donde este jueves debía haberse medido a Tsonga, por una distensión en un muslo. Más frustración. El balear no juega un partido oficial desde el 7 de septiembre en el US Open. Y ya no volverá a hacerlo, como mínimo, hasta mediados de enero, cuando debute en Australia. Esa es la gran incógnita que nos deja su enésima lesión. ¿Estará en buenas condiciones para el primer Grand Slam?

Desde su entorno intentan trasmitir tranquilidad, enfocar esta nueva baja como una medida de precaución para evitar males mayores, para hacer las cosas sin precipitaciones... Nos gustaría creerlo, pero sus precedentes generan dudas razonables. El año pasado sólo pudo disputar nueve torneos, de los que ganó cinco y se retiró en dos. Al Abierto de Australia llegó igualmente sin ningún encuentro oficial, sólo con dos exhibiciones en su raqueta. En esta ocasión ya ha jugado un partido ante Kevin Anderson, que probablemente ha servido más para agrandar la interrogante que como preparación, y es posible que el lunes 7 participe en el Fast4 de Sídney. Poco periplo. Pero como dice Novak Djokovic: “Nadal ha vuelto tantas veces de sus lesiones a gran nivel, que siempre piensas que pueda volver a hacerlo”. Eso esperamos todos.